Edificios destruidos, casas derribadas, vehículos inservibles, restos humanos esparcidos por el pavimento, bloques de concreto desprendidos, hierros retorcidos por el fuego y el dolor por los fallecidos, es parte del trágico resultado que deja una explosión.
El reciente suceso en San Cristóbal es la suma de todos esos sucesos, que se quedan corto al describir la zona de guerra que se formó por la explosión de un local comercial en el centro del municipio.
Pero este no es un hecho aislado, ya que las explosiones en comercios, así como en otras zonas, por “descuidos” o buscando cobrar un seguro, son algo frecuente en República Dominicana.
Sin irse muy lejos de la provincia, pero en el año 2000, una chispa, según recuerdan medios locales, fue el origen de la cadena de explosiones que se registraron en la fortaleza general Antonio Duvergé y que causó la muerte de al menos dos personas y un número indeterminado de heridos, así como el desplazamiento de más de miles de moradores.
Regresando a la actualidad, hace menos de un mes atrás, específicamente el pasado 18 de julio, se reportó una explosión en el laboratorio de química en una universidad de San Pedro de Macorís, que afecto a 14 estudiantes y un profesor, así como daños en su estructura.
Mientras que unos meses antes, el 15 de abril, unas explosiones sucedidas en el depósito de armas del Palacio de la Policía Nacional, dejó como resultado dos agentes heridos.
Grandes tragedias
Registros periodísticos consultados datan múltiples sucesos impactantes recientes, iniciando en el año 2020, cuando en las instalaciones de la planta Coopegas, ubicada en el municipio de Licey al Medio, provincia Santiago, una gran explosión provocada por el descuido y la falta de control, derivó, al momento del suceso, la muerte del vigilante del lugar y de un niño que recién cumplía el año de edad.
Las ondas expansivas que produjo la explosión y el posterior incendio, produjo también que nueve personas salieron lesionadas, de las cuales siete fallecieron.
Dos años antes, el 5 de diciembre de 2018, en horas de la mañana, un estallido alarmó a todos los habitantes del sector Villas Agrícolas, cuando un tanque de gas explotó en la fábrica de plásticos Polyplas, afectando a su vez varias edificaciones de los alrededores.
Tras varias semanas de búsquedas, las autoridades determinaron que, de los 288 empleados de la fábrica, ocho habían muerto, 103 resultaron heridos y al menos 22 vehículos fueron aplastados por los escombros y los efectos que provocó la onda expansiva que generó la explosión.
Tiempo antes, en el año 2016, también un estallido en una bomba de gas licuado de petróleo (GLP), ubicada en la urbanización La Esperanza, del sector Los Ríos, en el Distrito Nacional, provocó la Destrucción de viviendas aledañas, incluido un edificio de apartamentos de tres pisos y dejando un saldo de tres muertos y 40 heridos.
Ese mismo año, otro siniestro ocurrido en una envasadora de gas, por un fallo en la manguera de un camión abastecedor, provocó un incendio que demoró cerca de tres horas en ser sofocado y por el cual murieron tres personas, mientras que 10 vehículos resultaron destruidos.
Más de una década antes, en el 2006, un escape de gas de un restaurante provocó la destrucción de más del 40 por ciento de la estructura del centro comercial Diamond Mall, resultado en perdidas millonarias y la muerte de una persona que recién abría su panadería.
En 2001, un fuego provocado por una explosión en Las Palmas, Herrera, afectó dos establecimientos comerciales, dos vehículos y tres personas heridas. Mientras que meses antes, un taquero de gasolina estalló en Las Caobas, provocando la muerte de dos y dañando residencias y la estructura de una universidad.
Ya en el siglo pasado, iniciando por el año 1997, dos hechos ocurridos en la avenida Duarte derivaron en la destrucción de estructuras, el fallecimiento de varias personas y el miedo de los moradores ante otra posible réplica.
El primer hecho se trató de la explosión en la tienda Casa Amable, que causó la muerte de dos personas, mientras que otras tres resultaron heridas, así como varios vehículos destruidos. Además, el fuego y las ondas expansivas destruyeron al menos dos tiendas más.
Mientras que unos pocos meses después, tres personas murieron y al menos seis resultaron heridas, por una explosión en un local comercial que se dedicaba a tejidos y venta de “chucherías”.
Unos años antes, en 1992, una explosión de madrugada en una alfarería en la autopista Duarte, provocó la destrucción de la edificación y la muerte de dos personas por un “sobrecalentamiento” de un horno.
Ese mismo año, en la víspera de navidad, una niña falleció y ocho personas resultaron heridas por la explosión de un tanque de gas en un comedor en la avenida Nicolás de Ovando.