El descalabro social, económico, institucional y político que exhibe la República de Haití en estos momentos, sitúa a la nación caribeña en una de las mayores crisis vividas en los últimos cincuenta años, incidiendo e impactando en todo su entorno directo e indirecto. A pesar de los más recientes intentos por construir una fórmula que propicie un punto de inflexión para alcanzar la estabilidad deseada que encamine a la nación haitiana por un rumbo de progreso y conciliación, en la actualidad aún persisten los vestigios de una crisis acumulada de la cual no tenemos el control.
Esta amenaza presente, unida a la necesidad de impulsar el desarrollo estratégico del territorio fronterizo dominicano, fueron los puntos de partida para planificar la transformación estratégica territorializada de mayor alcance en la República Dominicana; una propuesta para mejorar los niveles de habitabilidad y conducir este territorio por sendas de desarrollo para beneficio de todo el país.
A través de este impulso se avanza en una nueva era para la zona fronteriza de la República Dominicana, respondiendo a la reducción de las brechas estructurales que históricamente han acompañado a su población y como un escudo social, económico y productivo para que las amenazas externas no impacten en el desarrollo y la mejora de la calidad de vida para la cual se trabaja.
La construcción de esta nueva era se encuentra sustentada en la instauración de tres cambios estratégicos al modelo histórico que ha primado en esta importante zona del país, las cuales describo a continuación.
En primer lugar, el fomento de nuevos sectores económicos para mejorar los niveles de productividad, complementando así la agricultura y el comercio con el turismo, la logística y la industria lo cual contribuirá con la generación de empleos, la atracción de capitales y la creación de nuevas empresas. De igual manera la aprobación de la Ley No. 12-21 de incentivo al desarrollo fronterizo, contribuye en que los capitales beneficien el territorio en donde se localicen las nuevas empresas.
En segundo lugar, se impulsa el ordenamiento del territorio fronterizo, protegiendo los lugares vulnerables a través de la verja perimetral inteligente buscando reducir la proliferación de las actividades ilícitas. Implementando la Ley No. 368-22 de ordenamiento territorial por medio de la delimitación del suelo urbano de Pedernales, ordenando el territorio municipal de Pepillo Salcedo, resguardando las áreas protegidas y zonas de amortiguamiento; lo cual permitirá establecer con precisión la localización de las actividades en atención a la vocación del suelo.
Finalmente estableciendo una carpeta de proyectos estructurantes que contribuyen a materializar lo planificado en cada uno de los rincones de la geografía fronteriza; fomentando así que la población sea provista de los medios para tener una mejor calidad de vida en su territorio originario. Proyectos que cruzan de norte a sur, desde la rehabilitación del Puerto de Manzanillo en Monte Cristi, hasta el Proyecto de Desarrollo Turístico de Cabo Rojo, hasta los que se vinculan con la vocación del territorio como el Centro Agroindustrial Enriquillo Norte (CAEN) en Baoruco, el Hub Logístico Enriquillo Oeste en Independencia, el Centro de Procesamiento Cibao Noroeste en Santiago Rodríguez; brindando oportunidades para consolidar la transformación de esta región fronteriza y continuar el fortalecimiento económico de nuestra nación para enfrentar con determinación los retos y desafíos presentes y futuros.