En el amor, Floirán Antonio recomendaba “comprender más y amarse menos”; mientras en la política se trata de hacer más, divulgarlo bien, y prometer menos, mucho menos, muy poco, casi nada.
Y es que las promesas conllevan compromiso, crean expectativas, generan presión; en cambio, los hechos remiten al deber cumplido, a la feliz satisfacción o, en el peor de los casos, al “mejor tarde que nunca”, que fue lo que ocurrió con la Circunvalación de Baní, quince años después.
Lo ocurrido en los últimos días en la guerra de relatos de nuestros políticos, a uno le remite a un cambio en la política de comunicación del gobierno. Y es que, aunque sus funcionarios insisten en el error de prometer demasiado (y divulgar la promesa que es lo peor), todo indica que se ha bajado línea para que los mejores expositores de la administración (cinco voceros) salgan a defender la gestión con los datos en las manos. Como las gallinas, se trata de salir a cacarear los huevos, los aciertos, y a responder con datos las críticas o incluso, con humildad, explicar los fracasos, las novatadas del 2020 y el 2021, por ejemplo. Los pueblos agradecen la franqueza y la humildad, tanto como aborrecen el cinismo y la desmemoria.
El más reciente ejemplo de esto remite al Programa de Acceso a Medicamentos de Alto Costo (DAMAC). Comencemos recordando que el gobierno de Danilo Medina lo hizo crecer hasta llegar a 2,500 pacientes con una inversión de 2.8 mil millones de pesos en 2020. Pero resulta que, montada en las ola de denuncias de memoria selectiva y gadejo, la oposición en general critica constantemente el drama humano que la falta de un medicamento de alto costo representa para los afectados, obviando que de 2020 a 2025 ese programa aumentó su presupuesto a 7,300 millones de pesos, para llegar a 7,400 pacientes. Solo que el gran público, en sus afanes diarios, no tiene por qué manejar el dato, y por lo mismo es lógico que se indigne cuando un ser humano muere porque el programa no pudo ayudarlo. La muerte siempre es demasiado.
Más le vale al gobierno, que la rápida reacción en este caso, no haya sido una excepción sino la nueva regla: hacer más, muchos más, y prometer menos, mucho menos, casi nada. Con permiso.