Cuando todos estábamos bien asustados con el Covid-19, el entonces príncipe Carlos, hoy rey de Inglaterra, planteó “aprovechar” la pandemia para darle un “Gran Reinicio” al mundo. Hablando ante el Foro Económico Mundial (FEM) dijo que así podrán “reconstruir mejor”, toda la sociedad.
El presidente Joe Biden tomó esa frase “reconstruir mejor” como lema de su gobierno, la palabra “reconstruir” esconde otra, entre el prefijo “re” y el verbo “construir”. Porque antes de “reconstruir”, debemos “destruir”, esa fue la misión que Biden hizo suya, y fue muy eficiente.
Tuvo un éxito rotundo.
Provocó al presidente ruso, Vladimir Putin, expandiendo la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hasta las fronteras rusas, provocando la guerra en Ucrania. Sus “sanciones” contra Rusia, destruyeron la economía europea, y ahora tiene al dólar en la cuerda floja.
Europa nunca superará su crisis económica sin energía barata, como le ofrecía Rusia, los europeos pagan el triple de lo que pagan los estadounidenses por electricidad. Esa crisis económica sumada a la disfunción política en Alemania, Francia e Inglaterra, sumadas a la inestabilidad social y el aumento de la delincuencia, destruyeron a Europa.
Respondiendo a las sanciones contra Rusia y la confiscación, literalmente el robo, de unos $350 mil millones rusos depositados en bancos occidentales, amenazan la moneda estadounidense. El dólar, como reserva monetaria mundial, es lo que mantiene la hegemonía estadounidense.
Rusia lideró al grupo de economías emergentes que forman el BRICS para crear un mecanismo de pago que no fuera el dólar, y evitar las sanciones estadounidenses. Si la mitad de los países del mundo, agrupados en el BRICS, definitivamente dejan de usar el dólar en sus transacciones internacionales, se destruirá la supremacía estadounidense.
Biden, además, destruyó muchas fronteras nacionales promoviendo la migración indocumentada que ahora llaman “refugiados” creando serios problemas en todo el mundo.
Esto no es casual, Biden cumplió su misión destructora.
Cuando Biden abandone la Casa Blanca, en enero, Europa estará en ruinas, y el dólar será irrelevante, cumplió su misión destructora, podrán “reconstruir mejor”.