Este Abril es un acento fuerte de su condición de mes de acontecimientos tremendos. En el año ´65 la defensa armada y plural de la Constitución, paralizada días después de su día 24 por Intervención militar extranjera, el 28.
En el año 1984, además, la implosión social violenta, espontánea y generalizada contra medidas del FMI, acogidas por un gobierno en baja en la estima popular, con un saldo doloroso de muertos y heridos.
Y ahora, el espanto de la pérdida repentina de 232 vidas inocentes por el desplome del techo de un centro de baile descuidado en su fragilidad genocida.

Me ocurre algo que quiero recordar de la primera experiencia del ´65.
Lo hago precisamente porque fui desoído en aquella ocasión y porque estoy haciendo advertencias de cosas peligrosas por ocurrir y no quiero pensar ser desoído nuevamente.
La evocación es válida: Desde el 25 de Septiembre de 1963, cuando la Constitución de la República la fuerza militar la sustituyera por un Acta Notarial obedeciendo intereses inimaginables, entré en estrecho contacto desde la sala de un amigo muy querido y compadre, Antonio Rodríguez Echavarría, QEPD, a fin de explorar cómo se podría restituir la Constitución y a su gobierno democrático.
Su hermano Pedro Santiago y yo coincidimos en intentarlo mediante un levantamiento de la Base Aérea de Santiago, la misma del 19 de noviembre que lo hiciera bajo mando de su hermano Pedro Rafael.
Los papeles de estos hermanos históricamente no se han descrito como lo que en realidad fueron: dos oficiales de aviación que el día en que fuera a conocerle en la Secretaría de las Fuerzas Armadas el Prócer Nacional que pasara a ser Presidente tiempo después, Juan Bosch, al despedirse les hizo un reconocimiento muy augural al recordarles que “ellos no estaban pegados en la pared con alfileres porque eran descendientes directos del Restaurador Santiago Rodríguez, por lo que estaban en la obligación de servir a su país con lealtad.”
Pero, no detengo el relato. Otro amigo inolvidable, Antonio Martínez Francisco, ya fallecido, luego de haberme albergado en la segunda planta de su residencia, al fracasar el alzamiento de la Base Aérea de Santiago, me mandó a buscar a un lugar distante y seguro donde yo estaba en clandestinidad junto a Pedro Santiago Rodríguez Echavarría. Su propósito fue que le acompañara a una reunión en su residencia de playa en Juan Dolio porque iría Peña Gómez, Secretario General del PRD, que traía mensajes desde Puerto Rico del presidente y líder exiliado.
Llegó acompañado de don Máximo Lovatón Pittaluga y Mundito Espinal y de inmediato comenzó a explicar con detalles el eminente emisario que lo único que apoyaría Juan Bosch sería una restitución total de la Constitución del 1963 y ahí se abrió un intercambio emocionante de pareceres.
Debo decir que estaban presentes 11 Oficiales jóvenes de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas que se limitaban a oír las opiniones vertidas en aquella delicada reunión.
Hubo uno, el Coronel abogado Dr. Armando Sosa Leiva, que pidió que yo expresara mi opinión porque ellos “querían saber mi posición”.
En efecto, tomé la palabra y advertí algunas cosas a Peña Gómez, entre ellas la fundamental de que era un error pretender restituir la Constitución pura y simplemente, porque, a mi parecer, los norteamericanos bajarían sus tropas de ocupación para intervenirnos tan pronto tuvieran información del Alzamiento.
Dije más; Que a mi juicio lo pertinente era “formar una Junta de cinco miembros, de carácter Cívico Militar, incorporando tres Oficiales que no tuvieran el descrédito de ser represivos, que junto a un miembro del clero y a un ciudadano eminente organizarían la Transición.” Terminé afirmando: “Esa sería una opción que posiblemente no divida y fracture a los cuerpos armados.”
El Dr. Peña Gómez exclamó: “¡Doctor, ¡cómo es posible que un hombre como usted a estas alturas de la moral internacional pueda proponer tal cosa! El PRD sólo apoyaría la restitución total del Gobierno Constitucional sin elecciones nuevas.”
Resumo el debate, que fue muy encendido y recuerdo mi respuesta: “Las Superpotencias no creen en la elevación de la moral internacional. ¿Qué miramiento tuvo la Unión Soviética para echarle los tanques a Budapest? Los Yankees bajarán aquí por razones geopolíticas, como los rusos fueron a Hungría.”
Otro rasgo que destaco fue cuando, en tono amistoso, Espinal me dijo: “Nosotros sabemos de su buena amistad con Balaguer y es lógico que usted procure que pueda participar en unas elecciones en los 10 meses de Transición.”
Y le respondí: “Amigo, yo estoy todavía oculto en clandestinidad porque participé en el levantamiento fracasado del 30 de Octubre en la Base Aérea de Santiago, buscando la Constitución sin elecciones, pero vivo Kennedy; no ahora con Johnson, cuyo primer acto de gobierno después de la tragedia de Dallas fue reconocer el Triunvirato dominicano.”
El hecho es que, semanas después, se produjo el estallido del 24 de Abril y el 28 desembarcaban 40,000 soldados norteamericanos, en una Intervención que yo predije y advertí, pero fui desoído.
Hoy pienso: Ojalá no corran la misma suerte mis advertencias sobre estos peligros mayores de hoy, mucho más graves para la República, obra de la conspiración transnacional de hacernos desaparecer por fusión, ocupación y reabsorción de nuestro territorio, nuestra soberanía y la independencia.
Total, Caamaño y Fernández Domínguez, en el corazón de su pueblo como héroes nacionales. Mi propuesta no era tan desacertada como se quiso despreciar entonces.