Hoy tuve el privilegio de participar en un taller profundamente motivador en la Asociación de Personas con Discapacidad de Dajabón (ASOPEDIDA), y salí con el corazón lleno y la mente despierta.
Escuchar testimonios de personas que, a pesar de tener una condición física, sensorial o cognitiva, viven con fuerza, dignidad y propósito, me recordó algo esencial: la discapacidad no te hace menos. Lo que verdaderamente limita no es el cuerpo… son las barreras que como sociedad aún no hemos derribado.
Vi personas ciegas que hablan con más claridad que muchos que ven. Personas en sillas de ruedas que se mueven con más determinación que quienes tienen todas sus extremidades. Personas sordas que escuchan con el alma y se comunican con amor. Escuché historias de lucha, pero también de logros, de sueños cumplidos, de ejemplos que merecen no compasión, sino admiración.
Aprendí que la discapacidad no está en la persona, sino en los espacios que no se adaptan, en las instituciones que no incluyen, en las mentalidades que no evolucionan. Y también aprendí que todos, desde donde estamos, podemos ser parte del cambio.
Hoy, más que nunca, creo en un mundo donde nadie sea juzgado por lo que le falta, sino valorado por todo lo que es.
Porque tener una discapacidad no es no poder. Es, quizás, tener que hacerlo diferente. Y eso también es poder.
Por: Yameirys Acevedo.