El legado del papa Francisco se expresa en hechos concretos que hace apenas 25 años eran inimaginables en una iglesia que, alejada de las prédicas del hijo de Dios en la tierra, consideraba que sus sacerdotes, obispos o cardenales, solo debían responder ante las leyes de Dios y nunca ante la ley de los hombres.
Fruto de esa errónea visión de la justicia, miles de niños fueron abusados por curas quienes, al faltar a los hombres, debieron responder ante su ley, pero no. Así ocurría hasta que un día llegó Francisco con sus zapatos gastados a la Plaza de San Pedro. Creo que era martes.
Con indignación y un poquito de vergüenza, uno recuerda que, hasta el penúltimo momento, la Iglesia protegió al nuncio de Su Santidad en el país, Józef Wesołowski, quien, entre tardes, en el Malecón de Santo Domingo, salía a cazar “niños de la calle”, adictos al cemento, para abusarlos y violarlos, entre otras cosas peores, si es que existen.
Cómo olvidar aquella rueda de prensa en la que un sacerdote con toda la arrogancia de un barítono desafinado, presentó lo ocurrido con el nuncio como una simple campaña de la prensa contra la Iglesia. Años después, la verdad salió a la luz, y en una de esas acciones de explicación divina, Wesołowski fue suicidado por un ángel caído en su cárcel del Vaticano.
Gracias a Dios (y a la María Magdalena que él como hombre hijo del HOMBRE tanto amó), desde el inicio de su papado, Francisco enfrentó los demonios que impunemente habitaban en las curias de Estados Unidos, Australia, Alemania, Francia, Portugal, Bélgica, Argentina, México y Colombia. Hasta entonces, ningún papa había permitido que las faltas de un hombre de la iglesia divina, las juzgaran los hombres de la justicia terrenal.
Por todo lo anterior, uno saluda que la Diócesis de Mao-Montecristi haya anunciado la suspensión para fines de investigación de las autoridades de un sacerdote acusado de haber abusado sexualmente de dos hermanas. Ojalá y esta vez, no aparezca ningún sacerdote autoproclamado vocero a explicar la denuncia como parte de un plan de la prensa contra la Iglesia.
Por todo esto, aunque supuestamente muerto, uno celebra la vida del papa Francisco como si un abuelo bueno y exigente hubiera sido. Y que siga descansando en paz, soñando que el domingo su equipo de San Lorenzo goleó al Boca y salió campeón.