Especial para LD
En la vida particular, así como en la de pareja, la familia suele tener un papel muy importante, y, en algunos casos hasta determinante. Algunas veces actúa como sostén y apoyo.
Sin embargo, otras veces suele convertirse en un gran desafío, sobre todo, cuando las acciones, aunque bien intencionadas, carecen de límites y, en vez de generar ayuda, generan incomodidad, pues lo que debería ser tema de dos personas empieza a sentirse como un “intruso familiar”.
Tal es el caso de Alejandra y Luis, quienes luego de dos años de relación deciden vivir juntos. Todo marchaba bien, hasta que doña Martha (la tía-madre) de Luis empezó a visitarles con frecuencia y sin previo aviso.
Casi siempre las visitas se daban cuando Alejandra estaba en la oficina y al regresar encontraba que ella había preparado alguna comida, para que ella aprendiera cómo a Luis le gustaba la comida, y hasta aseaba el apartamento para, de paso mover el orden de algunas cosas, y hasta mencionar la poca utilidad de algunos enseres del hogar… Por supuesto, todo esto era solamente con la intención de “ayudar”.
Al principio Alejandra lo tomaba como con calma y hasta con agrado, pero luego se fueron repitiendo estas y otras acciones intrusivas que le hacían sentir que no era dueña de su hogar. En más de una ocasión le comentó a Luis sobre cómo se sentía con esta situación, pero él le restaba importancia, pues en su familia siempre había existido esa cercanía.
Aquí surge el dilema de ¿cómo defender mi relación de pareja sin que afecte la relación con su familia? Esta situación tiende a generar tensión, resentimientos y desgaste; sin embargo, con las herramientas adecuadas podemos transformar ese conflicto en una oportunidad para fortalecer la relación.
Así lo explica Eliana Consuegra, psicóloga clínica y master en esa misma área, con especialidad en conflictos de pareja y familiar, duelo, autoestima y depresión.

En República Dominicana se enfrenta un reto importante con la intrusión familiar en la vida de pareja. En las estadísticas de instituciones estatales, esta situación no suele reflejarse propiamente como una “categoría”, sin embargo, de acuerdo con una publicación de la Procuraduría General de la República Dominicana, en 2024 se reportaron más de 39,000 casos relacionados con violencia intrafamiliar, revelando que la intervención nociva de familiares en la vida de las parejas es una realidad latente.
La importancia de poner límites
“Adoro a Martha y sé lo importante que ella es para ti, pero necesito que nuestra relación sea solamente nuestra”, expresó Alejandra a Luis luego de un fuerte desacuerdo. Ese fue el inicio de una conversación honesta en la que ambos reconocieron que necesitaban proteger su convivencia…
La especialista destaca que toda relación debe consensuar y definir límites claros. Esto quiere decir que se debe identificar, a través de una comunicación abierta, sincera y respetuosa, los temas que puedan compartirse con la familia y cuáles serán exclusivos de la pareja.
“El primer paso es definir y verbalizar esos límites. Así evitamos que alguna acción que tenga una intencionalidad de cuidado se convierta en una situación irritante, así logramos proteger la intimidad de pareja sin crear muros con la familia”, señala Consuegra, agregando que con esto lograremos minimizar el riesgo de que la pareja se sienta bombardeada por las opiniones familiares.
¿Cuándo debemos buscar ayuda?
Cuando la situación empieza a crear malestar o a generar conflictos frecuentes, es momento de considerar buscar ayuda profesional. La psicóloga advierte que desde el inicio la terapia se deben identificar objetivos claros orientados a lograr soluciones prácticas, alcanzables y efectivas.
En Latinoamérica, por la tradición de familias muy fusionadas, es frecuente que se dé este tipo de situaciones. Lo importante, dice Consuegra, es “saber redirigir esa energía bien intencionada, establecer acuerdos en pareja y, contar con el acompañamiento de un especialista que brinde estrategias para mantener la armonía”.
Claves para lidiar con la situación
La especialista recomienda:
1. Tratar un tema a la vez, evitando expresar reproches por situaciones pasadas
2. Definir acuerdos: qué es negociable y qué no lo es
3. Cuidar la forma de abordar el tema, enfocándose en la conducta y no en la identidad de la persona
4. Emplear mensajes en primera persona (“yo me siento…”) que inviten a la empatía y la búsqueda de soluciones
5. Reconocer y agradecer los esfuerzos por cada paso positivo hacia el cambio
Es necesario Armarse de valor
Para evitar que la situación llegue a convertirse en transgresión es necesario sostener conversaciones incómodas. Por ello, ármese de calma, honestidad y valor, y decídase a sostener una conversación con ese familiar.
Con respeto hacerle saber que usted aprecia su interés por el bienestar de su familia, pero que ustedes como pareja tienen la capacidad de lidiar con sus propias situaciones, pero que cuando necesiten algún consejo se lo solicitarán.
“Debemos partir de la honestidad y el respeto, haciéndole saber que estamos conscientes que su intención es ayudar… Para esto debemos ser valientes, pues se trata de alguien querido e importante para nosotros, pero esta acción es indispensable para preservar la salud de nuestra relación”, advierte la profesional de la conducta.
Mi pareja entiende que no existe intromisión familiar…
¿Y si uno de los dos entiende que no es intromisión familiar, sino que es algo “normal” que forma parte de su historia vital?
Consuegra explica que cada persona llega a la relación con experiencias y creencias distintas. Esa “normalidad” heredada de la familia de origen puede chocar con la visión del otro, por eso insta la pareja a “dialogar, negociar y reconocer qué juntos estamos construyendo algo nuevo y que debemos cimentarlo en un punto de equilibrio que honre las necesidades de ambos”.