Cada año, la República Dominicana registra decenas de feminicidios que terminan en titulares breves y estadísticas frías. Pero no se trata solo de contar víctimas; se trata de proteger vidas, garantizar justicia y romper el ciclo de violencia que sigue cobrando mujeres. Mientras la sociedad y las instituciones sigan reaccionando tarde, las historias de mujeres asesinadas seguirán marcando un dolor que podría haberse evitado.
Causas y factores incidentes
Los feminicidios no surgen de la nada. Son el resultado de un sistema patriarcal que perpetúa la desigualdad, de la dependencia económica, de la falta de educación emocional y de una cultura machista que justifica la violencia como control o “amor”.
Se suman factores estructurales: débil acceso a la justicia, falta de políticas preventivas eficaces, escasez de acompañamiento psicológico y poca coordinación interinstitucional ante denuncias de violencia de género.
Consecuencias que trascienden lo personal
Cada feminicidio es una pérdida irreparable y un reflejo del fracaso colectivo. Afecta la salud emocional de hijos y familiares, altera la estabilidad social y perpetúa patrones de violencia en nuevas generaciones. Cuando un niño presencia la violencia contra su madre, el ciclo de abuso encuentra terreno fértil para continuar.
Posibles soluciones
Erradicar los feminicidios requiere un enfoque integral:
• Educación con enfoque de igualdad y resolución pacífica de conflictos.
• Fortalecimiento de la autonomía económica de las mujeres.
• Respuesta inmediata y sensible ante denuncias de violencia y protección real de las víctimas.
• Coordinación efectiva entre instituciones del Estado.
• Comunicación responsable en los medios, evitando revictimizar y promoviendo conciencia social.
Un llamado a la acción
La erradicación de los feminicidios no es responsabilidad exclusiva de las mujeres; es un desafío de toda la sociedad. Cada persona puede aportar: enseñando respeto desde el hogar, apoyando a víctimas, denunciando la violencia y exigiendo políticas públicas que prioricen la vida.
La República Dominicana no puede seguir contando nombres en la lista de feminicidios; debe empezar a contar historias de mujeres que viven y transforman su entorno. Solo así se construye una sociedad más justa, empática y segura para todas.