El día de su cumpleaños número 57, Luis Ignacio -Lula- Da Silva se convertía finalmente en el presidente electo de Brasil. Luego de fallar en tres intentos previos, en enero del 2003 Lula era el presidente del país mas grande de hemisferio Sur y uno de los diez países más industrializados del mundo. Todo parece indicar que para su cumpleaños 77 volverá a ser electo con un porcentaje superior al 60%.
Esta será la reivindicación a uno de los políticos más carismáticos que ha tenido América Latina y naturalmente Brasil en toda su historia. Gremialista, de procedencia socialista, encarcelado y perseguido, a sus casi 80 años y con una condena por corrupción a cuestas, su mayor amenaza esta vez, no será la desconfianza o la crisis económica que supo convertir en éxito económico y social, sino precisamente, las altas expectativas de una población que cree en su capacidad de revertir su presente.
Aquella vez, recibió una economía donde la inflación llegaba a dos dígitos, la moneda se había devaluado y y el crecimiento económico no sobrepasaba el 1%. No hay dudas que la crisis de finales del siglo pasado en el sudeste asiático así como la caída de la economía rusa disminuyeron considerablemente la demanda de materias primas lo cual debilitó las finanzas públicas del gobierno de Henrique Cardoso. Sin embargo, ya para el 2002 China entra en el período de mayor crecimiento que ha experimentado la historia contemporánea y su imparable demanda, provocó una de las mejores etapas económicas del sur del continente y le permitió a Brasil estabilizar su moneda, generar superávits en su cuenta corriente y de esa manera impulsar sus exportaciones. Este favorable entorno internacional le permitió a Lula desarrollar una política económica y social dirigida a fortalecer el mercado interno y a disminuir el desempleo, y con ello, aumentar los programas sociales que le permitieron sacar a millones de personas de la pobreza y la extrema pobreza. Brasil, en menos de cinco años pasó de ser un país deudor a un acreedor.
Sin entrar en las causas del declive de su gobierno y las presiones y demandas internas insatisfechas, lo cierto es que, ahora la situación internacional no es la misma, pero sus electores creen que Lula hizo el milagro.
La economía mundial no supera el freno impuesto por la Pandemia. China no crece a los niveles que lo hizo hace 20 años. El panorama de Europa cada vez es mas sombrío. Rusia libra una guerra que consume sus recursos. Por su parte, Brasil, de haber llegado a tener casi un 4% del comercio mundial apenas retiene un 1.5% y la región latinoamericana se sume en recesión y estanflación.
Una vez llegue al Gobierno, el mítico Lula deberá usar su carisma y la sabiduría ganada en casi 80 años, para bajar las expectativas y cuidar la paz social. No hay nada más peligroso que el canto de sirenas de un Presidente que retorna entendiendo que fue fruto de su capacidad, que los vientos soplaron, aquella vez, a su favor.