En el argot popular dominicano existe un dicho que reza: “Vale más la sal que el chivo”. Esta sabiduría popular podría aplicarse a la propuesta de fusión de los Ministerios de Educación en la República Dominicana.
La integración de dos instituciones con características distintas no ha producido resultados positivos en la mayoría de los países que han optado por esta medida. Imaginemos, entonces, lo que podría suceder en un país como el nuestro, donde la desorganización impera, al manejar una mega estructura educativa como la que el gobierno está planteando.
No es necesario ser un experto en la materia para prever un aumento en la burocracia, dado el volumen de trabajo y la confusión en las funciones que inevitablemente surgirán. Esto es especialmente preocupante en un sistema donde gran parte del personal administrativo no es seleccionado por su competencia, sino por su afiliación política. La fusión puede dar lugar a un conflicto que impacte negativamente la calidad de la educación dominicana, debido a los intereses políticos, académicos y económicos que operan en este entorno.
La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) ya ha manifestado su desacuerdo con este proceso y ha amenazado con movilizaciones en su contra.
Un aspecto de este proyecto que no está claro es la distribución del financiamiento entre los distintos niveles educativos. La población tiene derecho a saber si las universidades privadas se beneficiarán del presupuesto asignado al mega ministerio que se busca crear.
Además, existe el riesgo de que la infraestructura de la educación inicial sea desatendida al repartirse el presupuesto entre todas las instituciones educativas. Esto podría resultar en que los estudiantes de secundaria egresen con un nivel de competencia inferior, convirtiéndo esto en una mayor pesadilla para las instituciones de educación superior, que se verán obligadas a matricular a alumnos con un rendimiento aún más mediocre del que enfrentan actualmente.
La fusión de los ministerios de educación es, sin duda, un tema más complejo de lo que parece y merece un debate profundo con la participación de la Sociedad Científica y Académica. ¡Cuidadito con tomar decisiones a la ligera!
El autor es un ex Decano de la Facultad de Humanidades de la UASD