El presidente Luis Abinader retiró su propuesta de reforma fiscal del Congreso Nacional, en un breve, amenazante y contradictorio discurso.
Abinader se desligó de la propuesta: “el equipo económico de gobierno presentó ante el Congreso”, absolutamente falso.
Abinader presentó la propuesta al Congreso, su equipo económico no tiene facultad legal de presentarle nada al Poder Legislativo.
Criticó que otros eludieron esa responsabilidad para proteger su popularidad, pero él la sumió “con responsabilidad y valentía”.
Habló de la “necesidad de un cambio estructural que redujera la dependencia del endeudamiento externo”, vendrán más préstamos pagando más intereses, por no obedecerle.
Buscaba soluciones a “tus problemas”, no “nuestros problemas” de “seguridad, agua potable, electricidad, salud y transporte”, quiso ayudarnos, él tiene esos problemas resueltos.
Se auto-alabó, es “humilde”, uno de nosotros, en contacto con todo, y escucha todo, pero luego sorpresivamente, casi se iguala con Dios.
Abinader dijo “su mensaje ha llegado hasta mis oídos”, se colocó “allá arriba”, como el Dios bíblico. Salmo 18:6 el clamor del pueblo “llegó a sus oídos”. Salmo 34:15 Dios tiene “sus oídos atentos a su clamor” (del pueblo).
Abrió una reveladora, retrospectiva ventana a la infancia.
Actuó como niño rico, malcriado, enojado; cuando otros niños no quieren jugar como él quiere, se lleva sus juguetes, se acabó el juego. Abinader no acciona, reacciona, muy peligroso.
Me recordó algunas mujeres estadounidenses controladoras: “My way or the highway” (a mi manera o tomas la autopista)
Nos gobierna un extraño “demócrata”, no negocia, concerta, pacta ni construye consenso; se hace lo que él dice, cuando él dice, como él dice, o nada se hace. Su extraña “humildad”, y culto a su personalidad, son absolutamente autoritarios.
Aduanas, e Impuestos Internos, cacarean “recaudaciones récord”, el Reservas tiene “muy buen negocio”, dice el gobernador del Banco Central, que “todo está muy bien”, pero Abinader “necesita más”.
Esperemos empeoramiento en los deteriorados servicios públicos, pagaremos bien caro la afrenta de rechazar las “soluciones” de Abinader.