Eodeada de la cordillera central de los Andes, en cuyas laderas resaltan las viviendas, se extiende afincada en el valle Aburrá la ciudad colombiana de Medellín, a la que llaman de la eterna primavera. A su aeropuerto José María Córdova en el municipio de Ríonegro, a unos 45 minutos de la ciudad, llego ya entrada la noche con mi nieta Mariale. Una fila especial en Migración facilita el chequeo de personas en sillas de ruedas, o con bastón (este es mi caso), o con niños. Al salir de Aduanas, un representante del grupo de taxistas del aeropuerto se acerca a ofrecernos el servicio: tarifa fija de 110,000 pesos colombianos (unos 30 dólares).
La misma tarifa de un Uber. Preferimos el taxi. Nos da más seguridad. El empleado nos lleva las maletas hasta un área cercana y las entrega a un compañero ofreciéndole instrucciones. Le damos 5 dólares de propina. Nos asombra la alegría con que los recibe. El segundo empleado nos conduce hasta el taxi de turno y le indica adónde llevarnos. Le regalamos 3 dólares. Reacciona casi con euforia. Es que el peso colombiano tiene bajo poder adquisitivo: un dólar por unos 4.395 pesos colombianos.
En ruta hacia el hotel en el cual reservamos habitación con dos camas “queen” (el NH Royal Collection, un cuatro estrellas ubicado en el barrio El Poblado, de la Comuna 14), Mariale pregunta al conductor cuántos kilómetros tiene este túnel. “¿Túnel?” reacciono. Con su techo pintado de negro y numerosos avisos luminosos incluso cruza-calles no había percibido que estaba bajo tierra, en el Túnel de Oriente. Tiene 8.2 kilómetros de longitud. Ya en la amplia habitación del hotel, asentado sobre una pequeña colina, vemos a través de las ventanas el paisaje urbano de edificios, árboles, arbustos y césped bien cuidados. En Medellín la vegetación está por doquier.
Dedicamos la mañana siguiente a conocer el entorno. Empezamos en el cercano Centro Comercial Santa Fe, de 12 pisos (5 son de parqueo), con entrada por varias calles. “Ni en un día podemos recorrerlo entero”, afirma Mariale mientras nos dirigimos a un puesto de cambio de moneda. Pensamos que vamos al sótano, debido a la ubicación de la puerta por la cual entramos, pero es el piso principal, por otra calle. Al fin y al cabo, es un terreno de colinas sobre las que se asienta Medellín. (Mi nieta Mariale Ramos Rojas tomó las fotos para este artículo en Listín Diario).
Divisiones
Medellín, capital del departamento de Antioquia, a cuyos habitantes llaman “paisa”, se divide en 16 comunas y éstas, en barrios. La mayoría de los hoteles más importantes está en El Poblado, Comuna 14.