Hoy el mundo del jet set no brilla. Hoy no hay luces, ni flashes, no hay más fiestas programadas. Solo hay un silencio denso, punzante, que grita con la fuerza de lo irreparable. Soy mujer, hija, hermana, sobrina, prima… y no puedo evitar sentir en lo más profundo de mi ser la herida abierta que ha dejado esta tragedia que se ha llevado a más de 218 almas.
No importa si conocíamos sus nombres o si los veíamos solo en revistas y redes sociales. Eran seres humanos, eran familia de alguien. Eran risas en algún hogar, abrazos en alguna madrugada, promesas hechas en voz baja y sueños a medio construir. Hoy son ausencia.
Y es imposible no llorar con cada madre que no verá volver a su hijo/a, con cada hermana que se queda con una mitad menos, con cada familia rota por esta desgracia que nunca debió suceder. El jet set no está exento del dolor, y esta vez el dolor se ha colado por cada rendija, dejando un vacío imposible de ignorar.
Que este momento no se convierta en un espectáculo más. Que el dolor se respete, que la memoria se preserve y que las preguntas no se apaguen con el tiempo. Porque cuando el mundo se silencia, las lágrimas hablan. Y hoy, lo que grita no es la fama: es el corazón roto de cientos de familias.
Que no se nos olvide: eran más que nombres conocidos. Eran todo para alguien. Y hoy, en este silencio que duele, el dolor desgarra.
Digan lo que sienten, Amen sin miedos, Seamos sinceros, Vivamos en paz y brindemos felicidad porque no sabemos cuando será nuestro ultimo día aquí.
Por: Yameirys Acevedo