Cuando vivimos una experiencia traumática en la que están en juego posibles pérdidas tan importantes como la propia vida, experimentamos reacciones emocionales muy importantes cuyo proceso e implicaciones conviene conocer, pues ello podría ayudar a evitar problemas emocionales futuros. Se trata sobre todo de reacciones de miedo ante el peligro o de temor y ansiedad a la posibilidad de que suceda algo terrible. Algo que si no sabemos manejar podría acabar en trastornos mentales como el de estrés postraumático, la depresión o el consumo de sustancias.
Además de la proximidad al lugar o ser una de las personas afectadas, es importante la interpretación subjetiva que se haga en el momento de conocer lo sucedido. Haber presenciado el suceso puede ser un factor de riesgo. También si se responde afirmativamente a preguntas como las siguientes. Cuando has visto imágenes en televisión o has tenido información de la tragedia ¿has pensado que podría haberte sucedido a ti? Ante las primeras noticias o el primer contacto con el lugar de la tragedia o con personas afectadas, ¿has reaccionado con mucha ansiedad y sensación de pérdida de control, hasta el punto de experimentar miedo intenso o pánico a la reacción que estabas teniendo? Es muy importante la interpretación subjetiva.
Las personas que estén experimentando reacciones emocionales producidas por los recuerdos (reexperimentación), deberían tener información que ayude a normalizar esas experiencias de recuerdos nítidos, flashback, pesadillas… Esa información debe resaltar que es normal la reexperimentación, pero que no significa que está sucediendo de nuevo AHORA, sino que se trata de una rememoración, un reprocesamiento que hace nuestro cerebro de un acontecimiento muy importante, vital, de amenaza a la supervivencia. Es normal que produzca reacciones emocionales intensas cada vez que se vuelva a recordar o reprocesar esa información, pero el acontecimiento YA PASÓ, no es actual, nos afectará la emoción, pero no el daño físico del suceso.
También hay que resaltar que se necesitará tiempo para elaborar duelos, para elaborar el procesamiento de tanta información tan emotiva, pero que se puede hacer bien el duelo, se puede procesar bien todo lo que sucedió, todas las experiencias emocionales, por duras que sean. Sin embargo, deben aprender a no sobrecargarse aún más con rumiaciones permanentes del suceso, de las imágenes, de la anticipación de consecuencias negativas en el futuro…
Todo llegará, todo se irá superando, poco a poco, pero no hay que repetir y repetir procesos mentales que nos hacen reaccionar tiempo después con tanta emoción como el primer día, sino que debe ir cediendo la intensidad, poco a poco, con el tiempo… porque la vida seguirá, a pesar del suceso, a pesar de las pérdidas.
También es importante elaborar bien la autoimagen del futuro. Aunque pensemos ahora que nuestra vida ya no volverá a ser la que fue, por lo que se ha perdido, por lo que se se ha roto, sin embargo, es bueno pensar que la vida sigue, que todos morimos (aceptación) y la vida sigue (normalidad). Es como una ley de vida, ya hemos sufrido probablemente alguna pérdida… y nos tocarán más… y la vida seguirá.
Es normal experimentar estos síntomas de estrés agudo y de estrés postraumático. Pero hay que dar pautas para encajar esos síntomas como una experiencia extraordinaria. Después… la vida continuará. La tragedia quedará atrás, aunque podamos recordar cosas con mucha nitidez y nos sorprenda la intensidad de la experiencia emocional. A pesar de eso, la tragedia se irá borrando con el tiempo, como se borra prácticamente todo.
Cuando hemos perdido a un ser querido, los primeros días son mucho más dolorosos. Pero el paso del tiempo va poniendo las experiencias en su sitio. Quedan los recuerdos buenos de las personas queridas. Los vamos a recordar siempre.
El autor es catedrático de psicología, Universidad Complutense de Madrid. Grupo de investigación…