Zona Cero en el corazón de la tragedia. En un rincón de la ciudad Primada de América, Santo Domingo, donde una noche de fiesta y luces fue rasgada por un relámpago, se calló el canto, se detuvo la vida, y de la garganta profunda de la madrugada se escuchó un llanto de dolor y desesperanza que jamás llegaría a ser un alba vestida de luz.
Proponemos erigir un monumento en la “Zona Cero de la Tragedia Jet Set” para eternizar la fiesta trágica de aquel 8 de abril de 2025, que conmocionó al país y al mundo. Grabar en piedra los nombres de las 221 víctimas, ordenados alfabéticamente, para transformar el dolor en un legado de memoria colectiva. «Este monumento no es solo para los fallecidos, sino para que los vivos recuerden y nunca olviden», subrayan los impulsores de esta iniciativa, que destaca la necesidad de un espacio que «abrace el duelo y lo convierta en esperanza».
Un espejo de nombres, un reflejo de ausencias. Inspirado en memoriales como el Vietnam Veterans Memorial de Washington D.C., donde los nombres de 58 mil norteamericanos esculpidos en granito negro devuelven al visitante su propio reflejo entre los caídos, el proyecto busca evitar que las víctimas se conviertan en cifras. «Al ordenarlos alfabéticamente, se borran jerarquías: el deportista aparece junto al artista, el militar junto al banquero, el ingeniero junto al médico, el bartender junto al turista. Todos iguales en la muerte». La propuesta también evoca el 9/11 Memorial de Nueva York, cuyas cascadas artificiales en las huellas de las Torres Gemelas simbolizan la vida que fluye pese a la destrucción.
Figuras que Iluminaron la Oscuridad. Entre los nombres estarán los de figuras emblemáticas cuya ausencia aún resuena. Rubby Pérez, cantante y “la voz más alta del merengue”, cuyas melodías se convirtieron en himnos de alegría y esperanza, como «Volveré»; Octavio Dotel, ex pelotero de grandes ligas cuyo ejemplo inspiró a jóvenes; y Nelsis Cruz, la gobernadora de San Fernando de Montecristi, que ha llorado sin cesar. El diseñador Martín Polanco, conocido por vestir a ciudadanos ilustres y ejecutivos con elegantes chacabanas, también será recordado. Ahora, el nombre de cada uno será como semilla de recuerdos memorables.
Los monumentos históricos son metáforas que conectan la existencia humana con la eternidad. El diseño sugiere un muro que recuerde que las edificaciones no son eternas, y los materiales ceden su resistencia con el tiempo, así como la vida humana cede al paso del tiempo. La sociedad dominicana tiene una herida abierta que evoca un suceso imprevisto, que, como un rayo, su presencia fue fugaz.
Mientras tanto, colectivos de familiares organizan velas nocturnas en la Zona Cero, donde ya se leen nombres escritos en papeles que el viento a veces arrastra. «Queremos que la piedra los atrape para siempre», expresan los organizadores, quienes anhelan un lugar de peregrinaje y reflexión, donde el lunes de abril se convierta en una fecha perpetua y un reclamo contra el olvido.
El monumento será el testimonio en piedra de que donde termina el duelo, comienza la historia.La Tragedia Jet Set no fue solo un accidente; fue un parteaguas que reveló fisuras en la seguridad y unió a un país en el llanto. Este monumento, más que un recordatorio, aspira a ser un abrazo pétreo donde el tiempo se detenga y donde cada nombre recuerde la grandeza de cada uno de estos dominicanos.
Así como el Memorial de la Paz en Hiroshima, que honra a las víctimas de la guerra y promueve la paz, o el Monumento a los Caídos en la Guerra de Malvinas en Argentina, que recuerda a los soldados perdidos, el monumento en la Zona Cero se erigirá como un símbolo de resiliencia y unidad. Es una invitación a recordar, a reflexionar y, sobre todo, a construir un futuro donde la memoria de los que partieron nunca se extinga.