Robert Wallyn Espinal Fabián, una de las víctimas de la discoteca Jet Set, es recordado por sus allegados como un padre dedicado a su familia.
Alegre, carismático, guiado por valores y con el compromiso de asumir las responsabilidades de la vida con la seriedad que lo caracterizaba, es como hoy es definido por sus deudos.
Tenía 53 años y era trabajador independiente. Su hijo Ronnal, con quien mantenía una relación cercana, lo define como el vivo ejemplo de la frase “haz el bien y no mires a quién” por siempre buscar la forma de ayudar a los demás sin esperar recibir nada a cambio.
“Él y yo vivíamos solos, siempre vivíamos pegados. Nunca se descuidó conmigo porque él me llamaba todos los días preguntándome qué voy a cenar, y eso, y a qué hora voy a salir del trabajo. (Su) ausencia me ha dolido bastante”, narró con pesar al describir su nueva realidad.
El día de la tragedia, Ronnal relató que su padre salió al Jet Set para disfrutar de un buen rato con conocidos, como ya era costumbre, con la indicación de que llegaría más tarde de lo habitual.
Su hijo nunca imaginó que sería la última vez que lo vería con vida.
Alrededor de las 5:00 de la mañana recibió la alerta de que el techo del Jet Set se había derrumbado con personas dentro y, sin pensarlo mucho, dio el aviso a otros familiares para llegar al lugar y poder saber el estado en que se encontraba su padre Robert Espinal.
La búsqueda

“Nos topamos con el escenario y desde las 5:00 y pico de esa mañana hasta la 1:00 de la madrugada buscando información de él, dando vueltas, viendo los hospitales, buscando información de si él estaba vivo o no, con la esperanza de que lo estuviera. No encontramos nada y al otro día (el miércoles) fue que anunciaron que ya había fallecido”, contó en conversación con Listín.
Describió el proceso como algo “desesperante y un poco traumático” ante la incertidumbre y, al mismo tiempo, la ilusión de conocer el estado de su padre. Al pasar un día completo en su búsqueda, admitió que, aunque mantenía la pequeña ilusión de que todo saliera bien, se convencía cada vez más, de que no recibiría la noticia que esperaba.
Con su deceso, Espinal dejó cinco hijos huérfanos y una ausencia imposible de asimilar.
Aunque tiene dos hermanos mayores que él, Ronnal tuvo que hacerse cargo de todos los preparativos ceremoniales para despedir a su familiar, pues en ese momento sus otros dos hermanos se encontraban en Estados Unidos.
Al final, uno de ellos pudo presentarse en el funeral y asistir en el proceso; sin embargo, explicó que su hermana mayor no pudo estar presente por el dolor y la angustia que le causaba ver a su padre siendo enterrado.
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Nuevo panorama
Con el nuevo panorama de una vida sin él, Ronnal lamenta no haberse despedido como le hubiese gustado de su padre y, aunque admite que su pérdida le ha resultado dolorosa, más se preocupa por sus dos hermanos menores, quienes veían a Espinal como su luz por el cariño que les profesaba y el apego tan marcado que éstos le tenían.
Ahora, viven sin poder escuchar su voz o verlo de nuevo.
Con la resolución que su padre mostraba ante las dificultades de la vida, ahora Ronnal trata “de resolver y salir adelante por él”.
La tragedia
La madrugada del 8 de abril de 2025, durante un concierto del merenguero Rubby Pérez, colapsó el techo de la discoteca Jet Set en Santo Domingo. El accidente ocurrió mientras el local estaba lleno de asistentes, resultando en una tragedia con cientos de heridos y un saldo final de 236 fallecidos.
Las investigaciones de una comisión especial determinaron que la causa principal del derrumbe fue una falla inducida por sobrecarga en las vigas postensadas.
Esta sobrecarga se debió a la acumulación de cuatro capas de materiales de recubrimiento (finos) sumando 37.5 cm de espesor, además de equipos de aire acondicionado, tinacos, plafones y el propio peso de las vigas.
Las autoridades dijeron en un escrito depositado en corte que todo esto provocó una pérdida progresiva de rigidez y deformaciones excesivas que desencadenaron el colapso.
El Ministerio Público solicitó prisión preventiva para Antonio Espaillat en su condición de gerente de la discoteca y arresto domiciliario para su hermana Maribel Espaillat, quien fungía como administradora.
Les acusó básicamente de una serie de acciones y omisiones sistemáticas que provocaron el colapso.
Entre las pruebas presentadas figuran mensajes, fotos y videos que habrían sido enviados a Antonio Espaillat por uno de los empleados, que supuestamente evidencian que estaba al tanto del deterioro del techo y de las advertencias previas al desplome.
El pedimento de prisión para los hermanos Espaillat no prosperó y continuarán el proceso de investigación y acusación en libertad.