Sé que es un tema sensible, muy sensible, que a los que nos llamamos pro soberanía, o pro ideales duartianos, o pro patria, siempre nos mueve a manifestarnos de alguna manera u otra.
Los que nos apegamos a la historia, y defendemos nuestras raíces culturales y patrióticas, no podemos aplaudir medida alguna que implique, ceder nuestro territorio, que se enajenen los recursos valiosos de la nación, que cada día seamos menos soberanos por el endeudamiento criminal, o que se sostenga el uso del presupuesto nacional para atender necesidades foráneas.
Esta más que claro, que tampoco podemos apoyar que se mantenga una población invasora flotante, gracias a una crisis planificada, auspiciada, financiada, y que busca con objetivos claramente colonizadores, la unificación de la isla.
Sumados a estos despropósitos, esta la presión que cada día se quiere imponer sobre los dominicanos, con la creación de nuevos tributos o con las presión irresponsable y traidora del gobierno, pues se mantiene el uso de recursos en la salud, educación y otros medios, atendiendo las necesidades de cientos de miles invasores haitianos.
Particularmente no nos gusta hablar de indocumentados, porque cuando se lee, parecería que el problema queda resuelto con documentarlos y no se trata de eso.
En el día de hoy vimos la información publicada en distintos medios, que se está llamando a una protesta en contra de los empresarios dominicanos que utilizan mano de obra haitiana. Y sin pretender salir a la defensa de los mismos, nos gustaría realizar algunas reflexiones.
Primero, sería bueno despejar si hablamos de un mito o confirmar la realidad, honestamente vale la pena ser objetivos en este particular, es decir, confirmar la creencia difundida de que a los dominicanos no les interesa o no les gusta trabajar o realizar trabajos en la agricultura, la construcción y otros sectores de la economía, y que por ello, estos sectores utilizan mano de obra haitiana.
Si es un mito, entonces habría que preguntarse, cual es la razón que justifica, que se rompa el equilibrio o la norma aprobada, de no sobrepasar la nomina de empleados con un máximo de un 20% de mano de obra extranjera.
Pero por otro lado están las razones de competitividad y la doble moral que muchas veces acompañan los discursos, que por un lado quieren vender nacionalismo y por el otro se matan por esa denominada productividad.
Hacer más con menos, siempre ha sido una norma en el mundo de los negocios, es precisamente este paradigma, lo que permite la creación de riquezas, sin las cuales no habría crecimiento económico.
Si es un mito, entonces no existirían razones para permitir el desplazamiento de mano de obra nativa en estos procesos y trabajos domésticos. Sobre todo si un porcentaje importante de nacionales dominicanos están disponibles y deseosos de realizar esos trabajos que normalmente desempeñan nacionales haitianos.
Es entendible que se ejerza presión sobre los sectores económicos que utilizan un porcentaje importante de mano de obra haitiana, pues minimizando esta utilización de mano de obra extranjera, también se desalienta la llegada masiva de “indocumentados”.
Pero fuera del mito o de la realidad que se vive, hemos sido insistentes en recomendar, la realización de un censo por sectores económicos previamente identificados, de forma tal, que se tenga una comprensión clara del numero de nacionales haitianos que son necesarios contratar, en la construcción, en la agricultura, otros y por cuanto tiempo, de forma tal que se puedan otorgar los permisos de trabajo adecuados para tales fines.
Pero con una condición y medida compensatoria, obligatoria, no negociable: y es que el resto de nacionales haitianos que estén en el país, y que no hayan sido contratados o no se les haya otorgado el permiso de trabajo sin excepción, regresen a su país, de forma completa, pacífica, ordenada y voluntaria.
Con la implementación de esta medida, el resultado podría ser, que un número pre establecido, digamos de 200 o 300 mil nacionales haitianos, necesarios en la construcción, agricultura, y otros sectores que tradicionalmente utilizan su mano de obra (partiendo del citado censo), tengan un permiso de trabajo temporal. Y que esos 3 o 4 millones de nacionales haitianos que han cruzado a nuestro territorio para quedarse, regresen a su país en un plazo de tres meses.
Pero es necesario partir de un levantamiento serio, de eso que hemos denominado “censo laboral de la mano de obra haitiana necesaria”.
Me parece, que en lugar de salir a protestar por la contratación de mano de obra haitiana, deberíamos lograr como país, que en base a un trabajo serio, se puedan realizar estas dos actividades descritas. Los resultados positivos para el país, podrían comenzar a notarse al tercer mes de su aplicación.
Sin embargo, pretender que no se utilice mano de obra haitiana en el país, sin que exista una sustitución apropiada del personal que labora en esas empresas y sectores económicos, podrían traer consecuencias indeseadas y perjudiciales, y un daño vital a nuestra economía. Y por ende, la creación de una crisis peor, que sumaria mucho riesgo al clima de negocios del país.