Cuando los conocimientos y la experiencia sobran, es muy fácil contar la historia. Eso pasó con la de Liliana Hasbun Abel. Esta joven dominicana se abre paso fuera del país. Lo hace dando forma y color a ambientes que puedan contribuir a una mejor salud mental.
De hecho, a la pregunta de que cuáles han sido tus mayores triunfos, no dudó en responder: “Haber construido una carrera de diseño en firmas de alto prestigio como HBA, 1508 London y Wecselman Design, así como culminar estudios en instituciones reconocidas internacionalmente, pero sobre todo, ayudar a cambiar la manera en que el sistema de salud de Estados Unidos aborda la salud mental, incluyendo el diseño como un elemento central en la recuperación y bienestar del paciente”. Cree fielmente en que esta área hace grandes aportes a la salud.
Con 33 años, la hija de Emilio Hasbun y Liliana Abel, no pierde la oportunidad de dejar saber que vive lo que hace. No sólo construye sueños con formas y colores, sino que está clara en que con ello está ayudando a muchas personas.

“Siempre he estado profundamente interesada en cómo los espacios afectan nuestro comportamiento, emociones y bienestar mental. Hoy sueño con seguir investigando y aplicando ese conocimiento para crear entornos que ayuden a sanar y transformar vidas”. Todo esto a pesar de que cuando era niña soñaba con ser cantante. Luego le atrajo el diseño de moda, y finalmente, encontró su verdadera vocación en la Arquitectura y el diseño de interiores.
¿Cómo ha sido tu aporte a la sociedad desde el diseño vinculado a la salud mental?
Su respuesta es contundente. “Mi investigación me permitió participar como experta invitada en la campaña de Facebook ‘Stop Opioid Silence’, presentada en el Hart Senate Office Building en Washington D.C. También fui panelista en la conferencia regional de la Interior Design Education Council (IDEC) y ganadora del Outstanding Healthcare Project Award del Institute for Patient-Centered Design”. Pero esto se queda ahí.

Estos reconocimientos validan su convicción de que el diseño puede ser una herramienta poderosa para apoyar la salud emocional y facilitar procesos de rehabilitación y bienestar.
Enfrentar rechazos laborales no limitó a Liliana en su superación
Las experiencias logradas en el mundo del diseño de interiores con propósito, le han permitido a Liliana Hasbun Abel contribuir a la sociedad, no sólo desde lo visual, sino también desde lo humano y lo científico, promoviendo un enfoque más integral y empático en el diseño de espacios para el cuidado de la salud mental.
“Mi objetivo ha sido siempre claro: demostrar que el diseño no es sólo una expresión estética, sino una herramienta poderosa de transformación social”. Al parecer, la solidaridad es algo de familia. Fue en el seno de ésta que ella y sus dos hermanos, Faisal y Emily aprendieron la importancia de ayudar a las causas sociales.
Su pasión por el arte ligado a lo social viene desde su niñez. “Tuve una infancia muy feliz en Santo Domingo, República Dominicana, rodeada de una familia numerosa y unida. Desde muy pequeña tenía una sensibilidad especial hacia los espacios que me rodeaban. Mis padres notaron esa conexión y procuraban crear ambientes armónicos y luminosos en casa, usando colores claros y aprovechando la luz natural, lo cual influía positivamente en mi estado de ánimo”. Esto deja claro que trabaja con conocimiento de causa.
Esa simple experiencia marcó el origen de su vocación. “Sentía intuitivamente que los espacios podían afectarnos de formas que no podía entender en ese momento”. El tiempo le ha dado sentido a ese sentimiento y ha convertido en pasión un área que, aunque algunos la ven desde el punto de vista estético, ella lo observa con los ojos del altruismo en pro de la salud y el bienestar.
Estudios y carrera
Durante su vida escolar se sentía más atraída por la creatividad, la Psicología y el arte que por las clases tradicionales. “Me apasionaban las experiencias sensoriales, el diseño, y lo tridimensional. Estudié Arquitectura en Unibe, y luego continué mi formación en Parsons School of Design (Nueva York), donde obtuve certificados en ‘retail’ diseño de interiores branding, escaparatismo y moda”. Su necesidad de aprender no tiene límites.

Posteriormente, Liliana cursó una maestría en diseño de interiores, visual merchandising y branding, en Barcelona. “Culminé con un máster de dos años en diseño de interiores en el Savannah College of Art and Design (SCAD), en Estados Unidos. De forma paralela, tomé cursos en Chavón sobre diseño de interiores, joyería y moda”. Continúa aprendiendo.
¿Qué ha significado para ti vivir fuera de tu país?
Esta pregunta tiene una respuesta de crecimiento. “Ha sido un proceso transformador. Me ha obligado a ser emocionalmente flexible, a aprender de diversas culturas y a valorar con más profundidad mis raíces. También me enseñó a ser independiente, a tomar decisiones difíciles y a reinventarme en entornos nuevos”. Todo esto ha fortalecido su identidad y su voz como profesional dominicana en escenarios globales.
Como toda trayectoria profesional, la suya ha estado llena de retos y tropiezos. Ha tenido que adaptarse a nuevas culturas, empezar desde cero en distintos países y ciudades, enfrentar rechazos laborales, y aprender a diferenciar entre resistencia emocional y aceptación de la realidad. Ha aprendido que cada puerta cerrada es una oportunidad de redirección y que lo importante es mantenerse auténtico a uno mismo.
Qué si ha habido lágrimas, claro que sí. Se las debe a los sacrificios personales que implican perseguir su pasión lejos de su país y su familia, a las dudas internas, y a los momentos de soledad o incertidumbre. “Hay días en que me he preguntado si todo vale la pena, pero las respuestas siempre llegan con gratitud y propósito”. Es una mujer de armas tomar.
A pesar de todo lo que ha tenido que enfrentar, habla de sus satisfacciones. De ellas responsabiliza a la constancia, la fe en ella misma y al apoyo de su familia y amigos cercanos. “También a la satisfacción de saber que, a través de mi trabajo, puedo ayudar a otros a sanar, sentirse seguros y, emocionalmente apoyados por medio del espacio físico que habitan”. Es muy humana.
Precisamente, su don de gente y la experiencia vivida es lo que la lleva a enviar un mensaje a la juventud. “No esperes tener todo claro ni perfecto para comenzar. Tu intuición sabe mucho más que tus miedos. No permitas que el juicio de otros defina tu camino. Rodéate de personas que eleven tu energía, y recuerda que los pensamientos se pueden cambiar: tú tienes ese poder”. Desde su óptica, ser dominicano es una fortaleza.
“Llevamos dentro una riqueza cultural poderosa y única. El mundo necesita nuestras voces, nuestras ideas y nuestra forma de ver la vida. Cree en ti, y atrévete”. Se siente orgullosa de sus raíces, de lo que ha logrado y más que todo, de lo que está ayudando a transformar.