En un mundo donde el heroísmo suele medirse por hazañas espectaculares, «The Lost Bus», dirigida por Paul Greengrass, nos recuerda que las verdaderas gestas ocurren muchas veces entre personas comunes.
La película, basada en hechos reales, revive el horror del incendio de Paradise, California, el más mortífero en la historia reciente de Estados Unidos. Pero más allá del desastre, el relato se centra en dos figuras ordinarias: un conductor de autobús escolar y una maestra que, sin planearlo, terminan salvando a 22 niños de una muerte segura.
En esta conversación con Matthew McConaughey y America Ferrera, a la que LISTÍN DIARIO tuvo acceso, el heroísmo cotidiano se redefine: ya no como el acto glorioso, sino como la suma de pequeñas decisiones humanas en medio del caos.
Matthew McConaughey: “El éxito no es sobrevivir, es encontrar el valor de quedarse”
McConaughey regresa al cine tras seis años de ausencia. Su interpretación de Kevin McKay, el conductor del autobús, es una de las más íntimas de su carrera. Lejos de los personajes carismáticos y seguros de sí mismos, aquí encarna a un hombre que ha pasado la vida evitando las responsabilidades, hasta que un incendio lo obliga a enfrentarse a su destino.
“Me atraen las historias donde los que menos esperas terminan haciendo algo heroico”, reflexiona. “Kevin no se levanta ese día pensando que va a salvar vidas. Es alguien que ha huido de los problemas toda su vida, y de repente tiene que tomar una decisión imposible: rescatar a su madre y a su hijo, o atender el llamado de evacuar a 23 niños atrapados en el fuego. Ninguna de las dos opciones es ‘la correcta’, pero hay algo en él que lo empuja a elegir lo más difícil”.
El actor asegura que la película lo conectó con un tipo de masculinidad diferente, más empática y menos heroica. “Esta historia me recordó la frase que escribió Paul Greengrass en el guión: ‘Fui tarde como hijo y ahora soy tarde como padre’. Eso es una pesadilla emocional. El personaje vive intentando corregir el tiempo perdido, y ese intento, por torpe que sea, es profundamente humano.”
Sobre su regreso a la actuación, McConaughey confiesa que los años de pausa fueron un periodo de aprendizaje y reinvención. “No estuve ausente; estuve escribiendo, siendo padre, viviendo. A veces necesitas desconectarte del ruido para recordar por qué amas lo que haces. Interpretar a Kevin me recordó cuánto amo actuar: esa sensación de construir algo difícil junto a otros, de terminar una película y decir ‘hicimos algo que vale la pena’”.
America Ferrera: “El heroísmo también está en quien calma el miedo de los demás”
Para America Ferrera, quien interpreta a Mary Ludwig, la maestra que acompaña a los niños durante la evacuación, la conexión con el personaje fue inmediata. “Yo crecí rodeada de heroínas invisibles: mi madre, mi abuela, mis tías. Mujeres que sostenían el mundo sin que nadie las viera. Por eso me atraen las historias donde el heroísmo no tiene capa, sino voz, empatía y temblores en las manos”.
Ferrera, que tuvo la oportunidad de hablar con la verdadera Mary antes del rodaje, cuenta que lo que más la conmovió fue la serenidad con la que enfrentó el pánico. “Ella sabía que su deber era salvar a esos niños, pero también entendió que su responsabilidad era protegerlos emocionalmente. Cantaba con ellos, jugaba, los distraía mientras el fuego se acercaba. Eso es un tipo de inteligencia emocional que pocas veces se muestra en pantalla. Su heroísmo estaba en la calma.”
La actriz, que venía del éxito global de Barbie, encuentra en The Lost Bus una contracara íntima: “En Barbie exploramos la identidad colectiva, pero aquí se trata del instinto de supervivencia, del amor por la comunidad. Son héroes que no sabían que lo eran. Me fascina eso”.
“Yo crecí rodeada de heroínas invisibles: mi madre, mi abuela, mis tías. Mujeres que sostenían el mundo sin que nadie las viera. Por eso me atraen las historias donde el heroísmo no tiene capa, sino voz, empatía y temblores en las manos”.

Ferrera también destaca la ética de Greengrass para abordar una tragedia real. “Él nunca buscó recrear el morbo del desastre. Su mirada es la del humanista: no filma la catástrofe, filma las decisiones que tomamos cuando la catástrofe llega. Y eso hace que el espectador se pregunte: ¿qué haría yo?”
El fuego, la humanidad y la memoria
Ambos actores coinciden en que la película funciona como un espejo de nuestro tiempo: una reflexión sobre el cambio climático, la vulnerabilidad humana y la interdependencia. “Ningún protocolo nos prepara realmente para la fuerza de la naturaleza”, dice McConaughey. “Podemos planear, pero nunca estamos a la altura del fuego. The Lost Bus también es una advertencia sobre cómo convivimos con nuestro planeta.”
Ferrera complementa esa idea desde la empatía humana: “Cuando el fuego llega, lo único que te queda son las personas. El vecino que ayuda a tu abuela, el amigo que rescata a tu hijo, el desconocido que se detiene. El fuego no distingue a quién votaste o qué piensas sobre el cambio climático. Es un recordatorio de que nos necesitamos”.
Las escenas de acción, filmadas con fuego real en estudios y locaciones controladas, fueron tan intensas como riesgosas. “Era fuego de verdad”, explica McConaughey. “Había cientos de personas coordinadas, desde pirotécnicos hasta dobles, y aun así el peligro era tangible. Paul maneja el caos con una precisión admirable. Logra que todo parezca descontrolado, pero nada se sale de control.”
Ferrera sonríe: “Matthew dice que no hizo mucho, que solo conducía el bus, pero yo estaba a cargo de 22 niños gritando. Me decían ‘Teacher America’, y me pasé semanas inventando juegos para que se sintieran seguros. Lo sorprendente es que eran profesionales: lloraban en escena, y cuando cortábamos, se ponían a cantar”.
La dirección de Paul Greengrass: caos controlado y emoción pura
Tanto McConaughey como Ferrera elogian la libertad que Greengrass les dio para explorar sus personajes. “Paul odia la rigidez”, comenta ella. “Nos hacía ensayar secuencias de 30 o 40 minutos, esperar la luz exacta y filmar sólo una hora. Tres tomas. Nada más. Eso exige presencia total: no puedes actuar, solo reaccionar.”
McConaughey agrega: “Con Paul, el guión era una guía. Lo importante era el comportamiento. Empezábamos con 150 páginas y terminábamos rodando con 36. Te decía: ‘No busques movimientos, solo sé’. Y eso genera verdad.”
La química entre ambos actores se construyó desde la oposición. “Nuestros personajes son opuestos absolutos: ella es estructura, yo soy caos. Pero esa fricción genera una especie de respeto. No es una historia de amor convencional, pero hay un vínculo real: cuando dos personas comparten secretos, hay amor, aunque no sea romántico”, confiesa McConaughey.
Ferrera asiente: “No hablamos mucho fuera del set. Creo que inconscientemente necesitábamos esa distancia. Nuestros personajes tampoco se miran durante gran parte de la película. Fue hermoso ver cómo, escena tras escena, esa desconexión se transformaba en confianza”.

Una película sobre fe humana
Ambos coinciden en que The Lost Bus es, sobre todo, una historia sobre fe: en los otros y en uno mismo. “No es una película sobre el fuego”, dice Ferrera, “es una película sobre la decisión de quedarse, de resistir, de cuidar. Es un acto de amor colectivo”.
McConaughey lo resume con la serenidad de quien ha reflexionado sobre su oficio y su vida: “A veces, el camino de regreso a casa no se trata de velocidad ni de distancia. Se trata de dar un paso, solo uno, en la dirección correcta. Y repetirlo. Hasta que llegas”.
Con The Lost Bus, Paul Greengrass vuelve a capturar el pulso de la humanidad frente al desastre, y lo hace a través de dos intérpretes en estado de gracia. McConaughey, con su vulnerabilidad contenida, y Ferrera, con su fuerza silenciosa, logran algo excepcional: convertir el caos en esperanza.