De las religiones cristianas más populares en el país, la Iglesia Adventista del Séptimo Día mantiene una particularidad que la distingue del catolicismo y la fe evangélica tradicional: sus feligreses guardan el sábado.
Eso significa que, desde la puesta del sol del viernes hasta el atardecer del sábado, los adventistas no trabajan; un día reservado para el descanso espiritual, la consagración y la reflexión.
En el béisbol, donde rara vez viernes y sábado son días libres, este principio genera un choque inevitable.
Bajo ese contexto, el jardinero de los Toros del Este, Gilberto Celestino, ha enfrentado un dilema complejo. Criado en un hogar adventista —y aún fiel a esa creencia—, también es pelotero profesional, responsable de llevar sustento a su familia y de perseguir su pasión.
Tuvo que tomar una decisión difícil, pero para él, guiada por Dios.
“Obviamente fue una decisión muy complicada, porque yo siempre he sido adventista y a uno le choca el tema del sábado. Pero también comprendí que Dios tiene maneras diferentes de obrar. Y yo, siendo pelotero, tengo la oportunidad de que otros jugadores que no conozcan del Señor puedan escucharme, y que con mi forma de ser pueda ser un ejemplo para que más personas lleguen al camino de Dios, que al final es lo que importa”, expresó Celestino al Listín Diario.
Celestino define a Dios como su centro y su timón, el motor que dirige cada paso de su vida.
“Dios es quien maneja mi vida. Él es mi guía y mi piloto en todo”, enfatizó.
El sacrificio de su padre
Nacido en Los Jardines del Distrito Nacional, Gilberto recuerda su infancia como una etapa bonita, marcada por la unidad familiar, la fe y la orientación constante de sus padres.
No creció entre lujos, pero sí con lo necesario, y —según relata— con valores que se han convertido en la base de su carácter.
Ese camino estuvo sostenido por el sacrificio silencioso de su padre, camionero, quien se levantaba a las cuatro de la mañana y regresaba a casa cuando Gilberto ya estaba dormido.
Ese esfuerzo era la gasolina que mantenía vivo su sueño en el béisbol: pagarle las ligas, comprarle los guantes, los «spikes» (clavos) y todo lo requerido para jugar.
“Mi papá hizo un sacrificio majestuoso. Era un trabajador incansable; a veces trabajaba hasta 15 horas diarias y yo ni siquiera lo veía. Pero hoy todo eso valió la pena, gracias a Dios”, recordó.
La otra mitad del soporte lo aportó su madre, quien se encargaba del hogar mientras su esposo trabajaba.
Lo llevaba y buscaba del colegio, estaba con él en cada enfermedad, en cada emergencia, en cada madrugón al hospital.
Celestino lo resume diciendo que “mi mamá nunca falló en su rol; siempre estuvo ahí, siempre al frente”.
Ese cúmulo de sacrificios no quedó sin recompensa.
Lo primero que hizo al firmar como profesional fue saldar la deuda emocional que había cargado por años.
“Yo no lo veía como un compromiso material, sino como un símbolo de agradecimiento y honra. Como hijo, era mi deber. Gracias a Dios pude poner a mi familia más cómoda, comprarles su casa y pagar todas las deudas. Hoy, gracias a Dios, estamos bien”, comentó.
Temporada de impacto en los Toros del Este
El jardinero llegó a los Toros en un movimiento realizado al inicio de la temporada, un cambio que describe como “bendición disfrazada”.
En el club romanense ha encontrado oportunidad, confianza y armonía dentro de un grupo en el que —según dice— hay muchos peloteros cristianos y un ambiente positivo.
“Dios sabe mover sus fichas. Él coloca a uno en la posición en la que uno va a ser más efectivo y va a tener más oportunidades. Aquí en los Toros me siento muy bien; la química es tremenda y la vibra es muy positiva”, afirmó.
Su rendimiento lo confirma. Como primer bate se ha convertido en la bujía ofensiva de unos Toros que mantienen récord sobre .500 —uno de los dos equipos de la liga con ese privilegio— y ha puesto números de temporada calibre MVP.
En la campaña, batea .336, líder en bases por bolas y robadas con 27 y 19 respectivamente, y, segundo en OBP con .464.
“Gracias a Dios las cosas están saliendo bien. Esta temporada me enfoqué mucho en el bateo, en ser más disciplinado en la caja, seleccionar mejor los pitcheos y ser agresivo cuando debía serlo. Gracias a Dios, todo ha funcionado”, cerró.
Celestino debutó en Grandes Ligas en el 2021 con los Mellizos de Minnesota, y luego también jugó en el 2022.
De por vida en MLB batea .222, cuatro jonrones y 22 remolcadas.