Cynthia Méndez, una médico de 30 años que laboraba en el área de emergencias del Hospital Marcelino Vélez Santana, comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza y, al realizarse un chequeo, descubrió que sufría de hipertensión, un síntoma de la insuficiencia renal que cambiaría su vida de un momento a otro.
Al enterarse que sufría de esta enfermedad, Cynthia cuestionó la voluntad de Dios y creyó que su vida acabaría pronto. “Yo pensé que me iba a morir, me deprimí porque pensé que mi vida no tendría salvación”, narró la doctora.
Los médicos del Centro Cardio- Neuro- Oftalmológico y Trasplante (Cecanot), en donde Cynthia recibe atención médica, le dijeron que sus únicas opciones eran la diálisis o un trasplante de riñón, lo que llevó a que fuese añadida a la lista de espera para trasplantes del Instituto Nacional de Coordinación de Trasplantes (Incort).
La joven estuvo en proceso de diálisis por todo un año en espera de un riñón que pudiese filtrar su sangre de los contaminantes que contenía.
La primera vez que el teléfono de Cynthia sonó para darle aviso de un riñón disponible, salió con un bulto preparado con todo lo que necesitaría después de la operación, pero para su decepción su cuerpo no era compatible con el riñón y la operación fue pospuesta hasta que apareciera otro que sí coincidiese con su fisionomía. Meses después, mientras Cynthia compartía con su madre, el tono de su celular le dio el segundo aviso de que habían encontrado otro riñón, un órgano que sí era compatible con el cuerpo de Cynthia, sin embargo, era muy pequeño para que se adaptase a la anatomía de la paciente.El 19 de marzo de 2018, Cynthia dijo: “imagínate que de regalo de cumpleaños Dios me dé un riñón”. Dos días después de que tuviese esa conversación con su madre recibió la llamada que le cambió la vida.
Eran las 11:00 de la mañana cuando por tercera vez llamaron de Cecanot para decirle “hemos encontrado un riñón”, pero esta fue la única ocasión en la que sintió que este era su “frijolito”, como la joven doctora le llama, de cariño, a su nuevo riñón.
“Yo estaba demasiado alegre, ni siquiera tenía miedo, ya no tendría que vivir a través de una máquina, yo iba a poder ser la misma de antes”, explicó.
El donante de Cynthia fue un hombre de 21 años que murió en un accidente. Para poder enfrentar su pérdida, los padres del joven decidieron ceder nueve órganos del cuerpo de su hijo, a enfermos que se encontraban en la lista de espera del Incort, lo que hizo que “en ese día nueve personas tuviesen un cambio en su vida del cielo a la tierra”.
Cynthia expresó que si pudiera tener la oportunidad de hablar de frente con su donador, le agradecería por el acto altruista que hizo. “Le diría gracias por haberme dado una segunda oportunidad para vivir”, añadió.
“Esos padres no saben lo que han hecho, me han dado una nueva vida a mí y a muchas personas más que ese 21 de marzo tuvieron un nuevo comienzo”, indicó la profesional de la salud.
El proceso de recuperación de la joven fue rápido, pero con algunas complicaciones, ya que independientemente de que su cuerpo se adaptó a su “frijolito”, las heridas se abrieron y debido a este percance el proceso de sanación tuvo que empezar de nuevo.
Luego de tres meses ingresada en Cecanot, Cynthia fue dada de alta debido a su progreso. Independientemente de esto, tiene que llevar un tratamiento que incluye tomar seis medicamentos diarios y realizarse chequeos mensuales para que su sistema inmune pueda adaptarse a este nuevo inquilino.
Cynthia sostiene que vive día a día con el miedo de que su cuerpo rechace alguna vez a su nuevo riñón y debido a esto la joven doctora pierda la vida.
BENEFICIOS
DATOS
Trasplantes.
En el país se han hecho tres trasplantes de corazón, 1,216 de riñón, 50 de hígado, dos de páncreas, 5,542 de córneas y 52 de médula ósea, órganos que han salvado la vida de 6,685 personas