Cuando Zuo dio positivo al covid-19 como empleada de limpieza en uno de los mayores centros de cuarentena de Shanghái, confiaba que no tardaría en retomar la fregona y volver a trabajar. Pero han pasado cuatro meses y sigue esperando.
Es uno de los muchos casos de pacientes de covid-19 que se enfrentan a lo que activistas de derechos humanos y expertos sanitarios consideran una extendida forma de discriminación vinculada a la estrategia covid cero de China.
Mediante confinamientos repentinos y test masivos a la población, China es la última gran economía del mundo que persiste en el objetivo de erradicar completamente el virus de su territorio.
Quienes dan positivo y sus contactos estrechos son enviados a instalaciones de cuarentena vigiladas. Un brote en una fábrica puede paralizar la producción.
Asociaciones de derechos humanos indican que estas estrictas reglas están alimentando la discriminación vinculada al covid-19 y expulsando a miles de personas del ya sombrío mercado laboral chino, especialmente trabajadores migrantes y jóvenes.
«La gente tiene miedo de contagiarse el virus de nosotros, así que nos evitan», dice Zuo, que solo da su apellido por temor a represalias.
«Los reclutadores comprueban el historial de pruebas covid de varios meses durante la entrevista», asegura.
Las estrictas medidas de control de China llevan al estigma no solo de los pacientes recuperados, sino también de sus familias, vecinos, amigos y trabajadores sanitarios en primera línea, explica Jin Dongyan de la Escuela de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Hong Kong.
«No es científico pensar que la gente que ha sido infectada por el virus continuará portándolo y será infeccioso largo tiempo después de recuperarse», dice a AFP.
«Debido a la falta de conocimiento, algunos temen que aquellos que han sido infectados son más susceptibles de reinfectarse pero, en realidad, es lo contrario», añade.
Zuo está en una batalla judicial con su antigua empresa que se niega a pagarle el salario desde que enfermó y que cita su historial médico como la razón para no permitirle volver a trabajar.
Esta empresa de servicios llamada Shanghai Yuanmao BPO declinó hablar debido al caso judicial.
«Tratados como un virus»
He Yuxiu es una influyente en redes sociales chinas que usa un seudónimo y vivía en Ucrania antes de la invasión de Rusia.
Huyó de la guerra y volvió a casa, encontró trabajo como profesora de ruso en la provincia septentrional de Hebei y quedó aliviada por haber dejado atrás sus problemas.
Pero cuando su escuela supo que había tenido covid-19 en Ucrania, la despidió.
«Nunca imaginé que perdería mi primer trabajo por este motivo», dijo en la red social china Weibo. «¿Por qué debemos ser tratados como un virus cuando lo hemos derrotado?», se preguntaba.
El estigma está bien esparcido: anuncios de trabajo para una fábrica en Shanghái publicados el mes pasado advertía que los candidatos con un historial de covid-19 serían rechazados.
El mes pasado se hizo viral la historia de una joven que vivió durante semanas en la estación de tren Hongqiao de Shanghái porque no podía encontrar trabajo ni volver a su pueblo por el estigma de haberse contagiado.
Y un teatro en la ciudad meridional de Foshan tuvo que emitir disculpas públicas tras un anuncio en que prohibía la entrada a pacientes recuperados.
«Nos persigue como una sombra»
La Comisión Nacional de Salud y el ministerio de Recursos Humanos prohibieron el mes pasado a los empleadores las prácticas discriminatorias contra pacientes de covid recuperados y el primer ministro Li Keqiang pidió severos castigos para aquellos que incumplieran.
Pero los buscadores de empleo y los activistas son escépticos.
Las fábricas en Shanghái se niegan todavía a contratar empleados recuperados incluso después de que la ciudad anunciara estrictas leyes antidiscriminación, porque temen un brote masivo o inspecciones de salud, indicó el agente de empleo Wang Tao.
«Varias fábricas han dado diferentes excusas a pesar de estar cortos de personal», dijo Wong. «Pero todos los que han sido rechazados han dado positivo en el pasado», añadió.
AFP ha contactado a ocho fabricantes nombrados por medios estatales chinos por cometer prácticas discriminatorias, incluido el fabricante de iPhone, Foxconn. Todos declinaron hablar.
«Es muy difícil para los trabajadores proteger sus derechos dado que la mayoría de empleadores ofrecen diferentes excusas y es difícil demostrar que la ley de trabajo se ha violado en estos casos», dice Aidan Chau, investigador del grupo de derechos China Labour Bulletin.
«Es importante que los sindicatos intervengan. Pero muchas empresas pequeñas y medianas no tienen», añade.
Los infectados suelen recibir el apodo de «ovejita» en las redes sociales. En mandarín, las palabras «positivo» y «oveja» tienen la misma pronunciación.
«Es muy difícil para los pacientes recuperados volver a nuestras vidas normales», dice Zuo, la empleada de limpieza de Shanghái. «No importa dónde vayamos, nuestro historial de infección nos persigue como una oscura sombra».