El 24 de abril de 2013 tuvo lugar en Bangladesh el mayor accidente de la industria textil. 1,134 personas fallecieron al derrumbarse un edificio de 8 pisos construido ilegalmente.
La mayoría de las víctimas eran obreros que confeccionaban ropa para marcas occidentales.
El drama del Rana Plaza causó gran indignación en 2013. Obligó a marcas internacionales y fábricas locales a acordar la creación de una estructura de inspección independiente para las fábricas de Bangladesh.
El Acuerdo, como se llamó, es bastante innovador. Obliga a las marcas a pagar las reparaciones de los edificios de sus subcontratistas.
“Y no ha habido accidentes graves en 10 años», dice a RFI Kalpona Akter, presidenta de la Federación de Trabajadores Textiles de Bangladesh.
“Nuestras fábricas textiles son hoy en día mucho más seguras. Ya no tememos otro Rana Plaza”, apunta Akter.
175 marcas firmaron este Acuerdo, que abarca a más de 2 millones de trabajadores textiles bangladesíes, es decir, la mitad del total del país. Pero en los últimos tres años, la estructura ha cambiado.
“El consejo de administración ya no es igualitario: hay 12 miembros para los industriales y 6 para los sindicatos, y los propietarios de las fábricas se oponen a este sistema de control. Así que tememos que sea cuestionado”, dice.
«Los trabajadores siguen siendo explotados»
La tragedia de 2013 fue el resultado de múltiples negligencias, así como de la corrupción de los funcionarios locales.
Nayla Ajaltouni, delegada general del colectivo “Ética en la etiqueta“ indica que poco se ha avanzado en materia de derechos de los trabajadores.
“Bangladesh sigue siendo el epicentro de la producción a muy bajo costo. En la industria de la confección, siguen explotando a los trabajadores. Hoy ganan unos 8.000 taka en promedio, es decir, algo menos de 70 euros mensuales. Lo que tampoco ha cambiado es la excesiva jornada laboral, trabajando 7 días a la semana, y la violación de la libertad sindical, porque el Estado bangladesí impide que los trabajadores se organicen en un sindicato para defender sus derechos”, destaca.
“A raíz de la tragedia del Rana Plaza, conseguimos que se promulgara una ley pionera en Francia: la ley sobre el deber de vigilancia. Permite exigir responsabilidades a las grandes multinacionales ante los tribunales franceses. Esta lucha prosigue a escala europea, pero se enfrenta a lobbies que claramente no quieren cambiar su modelo económico”, indica Nayla Ajaltouni, de “Ética en la etiqueta“.
El juicio del Rana Plaza aún sigue su curso, 10 años después. Algunos de los sobrevivientes y familiares de los fallecidos han recibido indemnizaciones de menos de 10.000 dólares, que no cubren los gastos médicos ni el trauma psicológico de la tragedia.