Hay dolores que no se curan con compañía. Hay heridas que solo sanan en el silencio, en la pausa, en ese espacio sagrado donde decides quedarte sola. no por soledad, sino por amor propio.
Un corazón roto no es solo un pedazo que falta; es una versión de ti que se quebró, que ya no encaja, que ya no vibra igual. Y aunque el mundo te diga que lo superes rápido, que busques distracción, que llenes el vacío con alguien más. tú sabes que no. No esta vez.
Esta vez eliges quedarte contigo.
Con tus lágrimas, tus noches largas, tus preguntas sin respuestas.
Te eliges en ruinas para poder reconstruirte desde cero.
Sin máscaras, sin prisas, sin la necesidad de ser fuerte todo el tiempo.
Porque en esa soledad elegida, empiezas a escucharte. A entenderte. A sanar sin atajos. A recordar quién eras antes de romperte. Y, poco a poco, recoges los pedazos.no para volver a ser la de antes, sino para ser nueva. Más consciente. Más tuya.
Sanar un corazón roto es un arte. Y quedarte sola para lograrlo, es el acto más valiente de amor propio.
No necesitas a alguien que te salve.
Tú ya estás aprendiendo a salvarte sola.
Y cuando estés lista para abrir el corazón de nuevo, no será por necesidad… será por elección.
Desde la plenitud, no desde la ausencia.
Por: Yameirys Acevedo