En el genuino afán de intentar aliviar las penurias de la gente en Navidad, y con el doble propósito de dinamizar la economía, “de que haya cuartos en la calle”, el Gobierno parece haberse metido en verdadero berenjenal, con la iniciativa del Bono Navideño.
Desde que escuché que la iniciativa bautizada con el llamativo nombre de, “La brisita navideña”, lo que sugiere influencia de publicistas y mercadólogos, había sido incrementada para beneficiar a 3 millones de personas, me preguntaba, ¿qué criterios se usarían para su entrega?
A la brisita inicial se le ha enfrentado el ventarrón que ha levantado la presencia en el padrón de elegibles, de expresidentes y figuras prominentes, que está claro que no necesitan esa ayuda social.
Al incrementar en más de un millón el número de tarjetas, cuando los organismos oficiales establecen el número de personas viviendo en situación de pobreza en algo más de 2 millones de personas, queda claro que el interés no es sólo llevar alivio a los más necesitados.
Desde el tema de la vacunas, al que pocos le dieron importancia y en las que se gastaron más de 5 mil millones de pesos, en vacunas que nunca se usaron, vengo diciendo que una de las caras de la transparencia, es la eficiencia en el gasto.
Da risa escuchar a la directora de Supérate, Gloria Reyes, decir que el hecho de que una persona aparezca en el listado no significa que va a recibir un bono, o que ella espera que el expresidente Leonel Fernández, que ha criticado la presencia de su nombre en el listado, no va a ir a un centro a retirar la tarjeta, porque eso sencillamente refleja la absoluta falta de rigor metodológico en la elaboración del listado.
Con la experiencia acumulada que tiene el país desde la creación del Siuben, con la asesoría de los organismos internacionales que trabajan en los programas para mitigar la pobreza, a estas alturas, deberíamos tener un sistema eficiente, que permita fiscalizar con precisión milimétrica, quienes necesitan la ayuda estatal.
Una emisión de tarjetas como la anunciada, lo único que va a potenciar son las travesuras que vimos el año pasado de personas haciendo compras de electrodomésticos y de cervezas por cajas, con decenas de tarjetas en la mano, casos que quedaron testimoniados en video en diferentes puntos del territorio nacional y otros como uno muy sonoro de Puerto Plata, en donde o nadie pudo o nadie se atrevió a grabar.
La prueba de la ineficacia del método empleado es que todavía el martes, cuando se escriben estas líneas, la plataforma de consultas estaba fuera de servicio desde que fuera tumbada el viernes en la la noche.
Se sabe que hay hogares en donde hay hasta 4 tarjetas supérate, cuando la meta es una por hogar, con sus diferentes componentes.
La única manera de avanzar en el anhelo de reducir la pobreza y de eliminar el hambre, para el 2028, es con programas eficaces que lleven auxilio a las familias verdaderamente necesitadas, con el menor nivel posible de duplicidades e inexactitudes.
A estas alturas con los avances tecnológicos existentes y los numerosos estudios realzados por entidades nacionales y extranjeras, ningún ventarrón debería poner en entredicho, “la brisita”, que le cae tan bien a quienes realmente la necesitan.