El mito cuenta que, desobedeciendo la orden de Zeus, Pandora abrió la “caja” que contenía todos los males que, desde entonces, afligen a la humanidad. Así como los mitos sirven para enseñar, las analogías sirven para comparar. Ambos son recursos explicativos que cumplen una función –moral, nemotécnica, funcional– y facilitan entender la realidad; ya sea mediante alegorías, o, mediante aproximaciones equiparables.
Volviendo al presente, la comparación entre los casos SENASA y BANINTER guarda parecidos en forma, contexto, más no en fondo; y, dependiendo de cómo se maneje el caso desde el poder, conllevará repeticiones o diferencias a medio plazo. Es preciso señalar que, desde la perspectiva de riesgo sistémico, potencial inflacionario o desequilibrador de cuentas públicas, no hay motivos para preocupaciones mayores.
Las similitudes vienen dadas en función del modus operandi delincuencial a lo interno de ambas instituciones; modelos de doble contabilidad paralelos a los establecidos; existencia de estructuras internas que viabilizaron y maximizaron el fraude en las prestaciones simuladas de servicios; pasividad y permisividad del ente regulador; incredulidad del poder político engañado en su buena fe, que, sobre la base de relaciones primarias de confianza, creyó las versiones comunicadas, hasta que la realidad tocó la puerta.
En ambas instituciones operaban internamente estructuras que, más que cumplir su función estatutaria, procuraban la transferencia de recursos sobre la base de prácticas ilegales. Aunque en ambos casos los montos son estratosféricos, tiempos, tamaño de la economía, presupuesto nacional y origen de los recursos, establecen diferencias notables.
Mientras, a nivel bancario BANINTER (2003) significó RD55,000 millones (US2,300) los rumores sitúan el tumbe en SENASA en el orden de RD21,000 (US333 millones), por lo que, pese a lo astronómico del hoyo, el impacto en las cuentas públicas es mucho menor. De igual forma, el origen de los fondos bancarios es el ahorro público (de ahí la espiral inflacionaria cuando se devolvieron), mientas que, en SENASA, es un fraude perpetrado contra recursos erogados, provisionados y no reembolsables.
La diferencia real no está dada por la naturaleza, causa o razón entre ambos fraudes, sino en cómo esta administración manejará la crisis y su potencial impacto político/electoral futuro. El presidente Abinader ha enviado señales claras de que no habrá apoyos ni complicidades, por lo que, toca manejar el caso desde la perspectiva penal y la gestión del Ministerio Público.
Al gobierno sí le toca garantizar los servicios a los usuarios de SENASA; actuar con transparencia; realizar investigaciones y auditorías (como responsablemente ha hecho); querellarse contra los delincuentes que cometieron el fraude; y, sobre todo, convertir el caso SENASA en una cruzada interna contra la corrupción administrativa.
Si la caja de la corrupción ha sido abierta, que recuerde el gobierno que fue la esperanza lo único que quedó dentro de la Caja de Pandora. La esperanza de que esta vez se actuará con determinación, firmeza y sin contemplaciones… Y en eso, no puede fallar.