Entre tú y yo, en política los candados no existen: existen los acuerdos. Lo que define el futuro no son las prohibiciones escritas, sino los pactos que se mueven fuera de cámara. Y cuando esos pactos comienzan a tantearse, los cerrojos que parecían inquebrantables de pronto ceden. Ese es el efecto que ha generado la propuesta del diputado Ramón Bueno —del PRM— de habilitar a Danilo Medina para el 2028. Él tiene un impedimento constitucional. Y aunque no hemos visto propuestas formales para habilitar al presidente Abinader, los antecedentes regionales y los nuestros muestran que, en política, todo candado es revisable.
El libreto regional: cuando los candados se abren
Los ejemplos en la región muestran que, cuando la correlación de fuerzas lo permite, ningún candado sobrevive.
En Nicaragua, Daniel Ortega obtuvo en 2009 una habilitación judicial alegando que limitar su reelección violaba sus “derechos humanos”. En Bolivia, Evo Morales siguió la misma ruta en 2017 y el país entró en una crisis profunda. En Honduras, la reelección estaba prohibida de manera absoluta, pero en 2015 la Corte habilitó a Juan Orlando Hernández. Costa Rica habilitó a Óscar Arias tras 30 años de prohibición. Colombia abrió parcialmente la puerta a Uribe en 2006.
Todo eso revela una verdad incómoda: cuando el poder se alinea, los candados se vuelven decorativos.
El libreto dominicano: cuando aquí también se abren
La República Dominicana tampoco ha sido ajena a esa dinámica.
En 2002, una reforma constitucional habilitó a Hipólito Mejía para buscar la reelección inmediata. En 2015, otra reforma reescribió el artículo 124 y permitió la reelección de Danilo Medina, tras un acuerdo congresual que reordenó mayorías. Y antes de eso, la larga permanencia de Joaquín Balaguer reflejó cómo las reglas pueden ajustarse al clima político.
Aquí también los candados son temporales; los acuerdos, definitivos.
La señal dominicana: cuando dos caminos se cruzan
Hoy el tablero es distinto, pero la lógica es la misma. Danilo Medina tiene un impedimento constitucional. Luis Abinader mantiene un candado que él mismo promovió. La conversación se activa cuando un diputado del partido oficial propone abrir un candado que parecía cerrado. Eso, por sí solo, es señal.
Señal de tanteo. Señal de exploración. Señal de que el sistema está midiendo reacciones y posibles escenarios.
El discurso público hablará de “derecho a elegir y ser elegido”, pero la mecánica real siempre es la misma: evaluar costos, beneficios y riesgos.
Existe otra lectura, comentada en los círculos políticos. Una eventual habilitación de Danilo —aunque no lo convierta en candidato competitivo— funciona como muro de contención para evitar que militantes peledeístas migren hacia la Fuerza del Pueblo. Su sola presencia reorganiza lealtades y reduce el ascenso natural de Leonel Fernández. Y entre tú y yo: aunque no haya propuestas para habilitar al presidente Abinader, los antecedentes muestran que, cuando el tablero lo exige, los candados pueden revisarse. Si esta conversación avanza, no será por ingenuidad democrática, sino por cálculo.
Pero esta jugada también puede convertirse en un boomerang. Si la habilitación avanza —y solo podría avanzar con los votos del PRM, que controla el Congreso— el oficialismo corre el riesgo de levantar a Danilo como Lázaro: no resucitado por Jesús, sino por quienes lo devuelvan al debate público. El contraste entre sus años de alta inversión en obras y la baja inversión actual podría reactivarlo. La política es impredecible: no hay políticos muertos hasta que no los entierran.
Los riesgos que nadie quiere decir en voz alta
Todos los países que abrieron candados enfrentaron fragilidad institucional, polarización y desconfianza electoral. Cuando se reescriben reglas según convenga, dejan de ser garantías.
El candado que sí importa
Hoy podría abrirse un debate que redibuje el 2028. Pero el verdadero candado —el que define quiénes somos— no es jurídico. Es moral.
Entre tú y yo… los candados pueden abrirse. La pregunta es: ¿por el país… o por los acuerdos?