Para el funcionario que sólo entiende el lenguaje de los aplausos, cualquier expresión o comentario que no se encuadre en la alabanza o los elogios, es asumida como crítica.
El otro lenguaje, el del mundo real de las personas reales, es ininteligible para quien ejerce el poder. Ese proceso ha sido ampliamente documentado, porque en todas las culturas y tiempos existen ejemplos de hombres a quienes el poder obnubiló la razón.
Por eso, no es justo ver algunas actitudes de muchos funcionarios –a quienes el poder ha cegado absolutamente– como una manifestación partidaria de naturaleza exclusiva, o circunscribirla a personas en concreto, porque ya hemos visto esto antes. Sin ir más lejos, entre los reclamos hechos al PLD, era que muchos de sus funcionarios intentaron superar a Ícaro en su fútil intento de querer tocar el sol con los dedos, y, en ese proceso, no sólo perdieron la conexión con la realidad, sino que –recreando el mito–, las alas se les derritieron, y cayeron estrepitosamente a tierra.
Lo de que a muchos funcionarios del PRM les tomó cuatro años llegar al mismo nivel de ensimismamiento y soberbia que a otros del PLD les tomó dieciséis, es otra historia. El problema es cuando la actitud de superioridad moral y arrogada sapiencia universal limita la capacidad de percepción de la realidad… y de ejecución de la función pública. Cuando la soberbia y la desconexión se traduce en negligencia; cuando las prioridades y preocupaciones ciudadanas no son asumidas como tales; porque el prisma de decodificación de la realidad es la imagen que se tiene de esta, desde dentro de la burbuja en que el funcionario se encuentra… Nada nuevo bajo el sol, diría Salomón.
Si se hiciera un levantamiento de todas las veces que diferentes voces se han alzado para que el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) asuma con celeridad la ejecución de obras iniciadas; la cantidad de reportajes periodísticos, videos testimoniales, publicaciones en redes, etc. –la Autopista Duarte, por ejemplo–, y se correlacionara con el nivel de ejecución en la vía, las conclusiones no fueran favorables al gobierno.
Tan convincente como la hipótesis de limitación presupuestaria, lo es la indiferencia ante los reclamos ciudadanos, asumida como política pública; y el silencio, como estrategia comunicacional. ¿Cómo explicar que el KM 9 aún no esté terminado? Que no existan notas de prensa o declaraciones justificadoras/explicativas; que, a lo largo de la “Carretera de la Muerte”, las obras estén semiparalizadas o avanzando a cuentagotas; que el MOPC tenga ¡tres años y cinco meses! ampliándole un carril a la vía que da acceso a Jarabacoa. Que, en los últimos 38 días, ¿hayan ocurrido tres derrumbes y no se diga nada al respecto?
Cuando ocurra una desgracia fatal, ¿a quién le van a echar la culpa? ¿A Leonel, Danilo, Balaguer, Trujillo, Lilís… Colón? ¿A quién?