Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez (Hijos de Bacho)
Cuando, a finales de aquel año 1956, unos 82 revolucionarios cubanos zarparon desde México en un yate sobrecargado de hombres y armamento, todo fue adversidad: el oleaje desnutrió a la tripulación, casi hizo zozobrar la embarcación, que se llenó de agua, y, al llegar a costas cubanas, fueron recibidos por tierra y por el aire, bajo fuego enemigo.
Antes de abordar el yate Granma en esa travesía, Fidel Castro exclamó: “Si salgo, llego; si llego, entro; si entro, triunfo”. Aquella legendaria frase era la manifestación de la determinación y la fe en la victoria de un liderazgo revolucionario sin igual; también representaba la convicción de que, como dijo Victor Hugo: “Nada hay más poderoso que una idea que le ha llegado su hora”. Fidel comprendió eso y actuó en consecuencia.
Hoy, a casi 70 años de aquel desembarco en la historia, el mundo atraviesa tiempos muy difíciles. Una coalición internacional de gobiernos de extrema derecha, liderada por Washington, busca someter a los pueblos del mundo mediante hambre, amenazas y distracciones. Queda el ejemplo de Fidel: resistir hasta el final, con la dignidad en las manos como cañón del futuro.