Una de las realidades más dolorosas en el ámbito de la reclusión de menores infractores ha sido el clima de abusos y violaciones imperante en el centro de La Vega.
A principios de este mes, publicaciones del Listín Diario sobre dicho recinto pusieron al descubierto el estado de hacinamiento y las condiciones inhumanas prevalecientes allí.
La situación es tan alarmante que la propia Defensoría Pública propuso su total demolición.
Ante estas graves denuncias, el director de los Servicios Penitenciarios, Roberto Santana, ha decidido tomar el toro por los cuernos.
Acaba de retirar a todos los agentes policiales que tenían a su cargo la seguridad de la cárcel, reemplazándolos por agentes penitenciarios especializados.
De igual modo, desalojó a los agentes que estaban asignados en un cuartel policial de Santiago que operaba como “cárcel de paso” para niñas en conflicto con la ley, donde también se denunciaron maltratos de toda índole.
No solo se produjo el cambio de la dotación del centro de menores o “reformatorio” de La Vega, sino que Santana ordenó evaluar soluciones a largo plazo, como la construcción de un nuevo centro.
Valoramos esta acción rápida de la dirección de Servicios Penitenciarios, que debería extenderse a los otros centros o “reformatorios” donde prevalecen condiciones igualmente indignas.
La propia coordinadora de la Defensa Pública de La Vega, Elizabeth Rodríguez, había sido franca y enfática al denunciar la precariedad del lugar: «
“El centro de privación no está apto para reeducar y rehabilitar a ningún adolescente”, dijo entonces al Listín.
Es hora, pues, de tomar decisiones valientes y eficaces para poner fin a este estado de cosas, mientras se asume una estrategia integral dirigida a prevenir y minimizar la participación de menores en hechos delictivos.
Las medidas recientes son un primer paso en la dirección correcta que Listín Diario ha venido reclamando.
Pero el camino para garantizar la dignidad y la rehabilitación de estos jóvenes es aún largo y requiere de un compromiso sostenido y de mayores recursos de la sociedad y el Estado, antes de que sea demasiado tarde.