Cuando publicamos la serie “Una metrópolis enferma”, en junio de 2018, los graves problemas de Santo Domingo comenzaban a hacer metástasis.
Sus calles y avenidas estaban sumergidas en el caos de los taponamientos de vehículos, como arterias esclerotizadas que dificultan oxigenar su sistema circulatorio.
Sus áreas residenciales, desdibujadas, porque se ampliaban sin respetar normativas de uso de suelo y edificaciones, convirtieron a la capital en una urbe anacrónica.
La acelerada expansión de su población hizo que la periferia se transformara en un conglomerado de gentes hacinadas, carentes de todos los servicios básicos, como una gran favela.
Hermosa por fuera, grotesca por dentro, la ciudad de entonces, que es la misma de hoy pero más contaminada, estresante para vivir e inundada de basuras y ruidos, estaba francamente enferma.
Faltaba someterla urgentemente a una cirugía de orden y reconstrucción, y en ese contexto Listín Diario propició un foro de expertos del que salieron soluciones prácticas.
Nos complace saber que el presidente Luis Abinader ha decidido dar luz verde a la iniciativa Santo Domingo 2050, estableciendo los lineamientos de una amplia estrategia provincial de ordenamiento territorial.
Las líneas maestras para esa transformación están definidas en múltiples estudios de su realidad urbanística, ambiental, económica y social y de las proyecciones de su crisis, que son las que se abordarán en este plan estratégico.
Es la iniciativa más seria y decisiva para enfrentar el conjunto de males que han llevado a la capital a convertirse en un indeseable hábitat para sus más de cuatro millones de residentes, más los que vienen por ahí.