Por alguna extraña, tal vez, misteriosa, razón, no he leído la obra cumbre de Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres, hace más de 20 años la compré, en una librería de Quito, y la perdí sin leer, no sé si en el viaje de regreso o en alguna mudanza.
Digo misterio porque los otros dos libros que compré junto a este: Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes, de Thomas de Quincey y El Aleph de Jorge Luis Borges, nunca se perdieron, aunque la obra de Thomas de Quincey, que si leí, se perdió en las manos de un amigo, de esos que les da pereza devolver los libros.
Es pues una tarea pendiente, su título resuena en mi memoria de tiempo en tiempo, como ahora.
Tres tristes tigres, también hace referencia a un trabalenguas popular, “tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal…”, con frecuencia la política dominicana nos remite a trabalenguas, a ese enredarse en palabras, a veces huecas y a veces no, que nos obliga a recordar esos personajes de Cantinflas y sus palabrerías para adelante y para atrás, que confunden a cualquier mortal.
Que otra cosa puede uno pensar cuando uno ve que la clase política se empeña en poner reglas de poca ultilidad práctica, como ahora que se impone pruebas antidopajes, como si el problema de la política fueran los adictos, declaraciones sobre el origen de bienes, etcétera, para los aspirantes a cargos electivos.
Cristhian Jiménez en su artículo del lunes titulado; Mensaje negativo de los partidos, decía: “Hay partidos que reclaman una prueba sobre consumo de drogas, pero permiten la inscripción de aspirantes acusados de traficar”. Un verdadero contrasentido que demuestra la naturaleza real de esas organizaciones.
No falta quien haya denunciado la existencia de legisladores consumidores de estupefacientes. No habría que dudarlo.
Hace unos días Diario Libre daba cuenta de la inscripción nuevamente, de 3 legisladores involucrados en sonoros casos, no sé si eran tristes personas, casi estoy seguro de que no eran tigres, sólo se que eran tres, al menos a los que se refería la crónica. Al principio de los 80 en un colegio conocido, un grupo de estudiantes de bachillerato comenzaron a dar de que hablar, por su frecuente presencia en las discotecas que se ponían en boga para entonces y por su incipiente consumo de drogas, tornándose en un grupo difícil.
Al término del año escolar, la dirección del plantel fue convocando a los padres de cada uno de ellos, el mensaje fue el mismo para todos, “hemos decidido no admitir a su hijo(a) nuevamente para el próximo año, no vamos a cambiar de opinión, ¿usted tiene algo que decir?”
El método puede parecer arbitrario, el colegio en cuestión desarticuló de ese modo un grupo que causaba problemas. Se podrá argumentar, que un partido político no puede proceder de ese modo, ya que violenta derechos, pero, ¿no puede persuadir, a personas ya marcadas ante la opinión pública, y hacerlos desistir de presentar candidaturas?
¿Cuándo es que los partidos políticos, todos, tomarán en serio lo de presentar al electorado personas que no estén involucrado en delitos de narcotráfico y lavado de activos? Es que, como decía en un artículo anterior, en la línea de Franco de Vita, “no basta”, con limitar el acceso a candidaturas de los nuevos aspirantes, si los ya señalados vuelven a postularse, peor aún, cuando no hemos merecido, que el partido de gobierno pida perdón, por permitir que en sus boletas figurarán personas apresadas, extraditadas por estos delitos.
Que a los mencionados en la nota de referencia, el Ministerio Público, no haya tenido tiempo, de concluir sus procesos, sólo sirve para entristecernos, difícil de entender. Nadie duda, a estas alturas, del genuino interés del presidente Abinader, por hacer una gestión decente, transparente y por combatir el narcotráfico, el lunes destacaba la cantidad de estupefacientes incautados en su gestión. Seguimos sin entender, como no sea por el afán de llegar, cómo es que partidos políticos con eficientes estructuras de información, son, en palabras de Tres Patines, “incapataces”, de identificar a estas personas y sacarlos de sus boletas.
El imperativo es hoy, que todas las fuerzas políticas, TODAS, le den seguridad a esta sociedad, que están dispuestos a dejar, como dijo una vez el doctor Balaguer, con relación a lo que llamó, Camino viejo, “cerrado, definitivamente cerrado”, toda posibilidad de acceso para que en sus propuestas electorales figuren, uno, dos o tres tigres, que tengan vínculos con estos ilícitos.
Para tigres, en este país, con el Licey, debería bastarnos. A los demás cerrémosle las puertas. En eso, deberíamos estar, todos de acuerdo.