Ignacio Novaignnova1@yahoo.com
Abordamos la calidad de la educación superior recordando sus dos modelos clave de gestión: la simbiosis aprendizaje e investigación aplicada —tratado con el referente fundacional de la Humboldt— y el que prioriza la formación orientada a suplir al mercado los profesionales destinados, potencialmente, a liderar el desarrollo y la gestión nacional —STEM—, concentrado en Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas.
Hará unos meses, el ministro de la cartera de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt), doctor Franklin García Fermín, compartió con este Listín Diario el enfoque sobre las universidades locales y sus logros progresivos.
La entidad puesta bajo su responsabilidad tiene como jurisdicción y tarea gestionar este ámbito vinculante a la calidad y desarrollo de la educación universitaria. Sabiendo por dónde anda el mundo, hemos atestiguado que él le agrega otra misión, valorándola y aplicándola en su gestión: la innovación, perspectiva afín a otros modelos vigentes en el mundo y en Latinoamérica.
La asignación económica al Mescyt revela el grado, nivel e importancia que las esferas oficiales que articulan el presupuesto han conferido y confieren a este tema enmarcado en el dilema de las carencias y las aspiraciones. Ante los retadores resultados que enfrenta la educación preuniversitaria y vocacional local, es —como en la mayoría de países del mundo— cuesta arriba garantizar a las economías esos demandados profesionales: egresados de universidades regidas por estándares internacionales, capaces de competir con las de países desarrollados.
Contamos con casos sobresalientes: el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), la Universidad Iberoamericana (Unibe), la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), en algunas áreas la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y alguna otra que, haciendo “de tripas, corazón”, brega por prevalecer en un mercado educativo de precios atados al ingreso promedio nacional: híper deprimidos.
Consciente, el ministro García Fermín, desea apoyar y apoya a las instituciones de educación superior (IES) más de lo que debe y puede. Enfocado, potencia una alteridad política orientada a robustecer la posibilidad de que el mercado laboral local reciba esos profesionales cualificados que demanda.
Persiguiéndolo, el Mescyt parece haber adoptado una dualidad de vías: la interna y la externa. En ambas, priorizando becar estudiantes en carreras STEM; logrando, además, importantes incrementos nominales en la asignación presupuestaria destinada a la UASD —como declaró trasanteayer— y a la investigación.
La investigación ha estado subsumida en los océanos populistas. Inmersa en el terreno campal escogido por la política, exhibe resultados cuantitativos. Escasos recursos distribuyéndose entre cada vez más “investigadores” participantes. Una revisión y enfoque cualitativos urgen ahí y el Presidente podría apadrinarlos mediante transferencia…
Refulgen, entonces, las becas; sobre todo las STEM: según datos oficiales, entre agosto 2020-2025 aumentaron de 29.6% a 32.3%, totalizando 2,205. Como promedio anual, el Mescyt ha becado, en cinco años, al 25.55% de los egresados de IES locales en carreras STEM, cuyo promedio nacional anual 2021-2023 fue 8,723. También como promedio anual, las becas de Abinader y del Mescyt favorecieron al 31.33% de estos. Y más significativo: las becas otorgadas en el período para todas las carreras superiores (44,018) representan el 81.51% de los 54,000 egresados nacionales anuales en carreras STEM. ¡Formidable!