El funcionamiento de las redes de telecomunicaciones en Haití se encuentra severamente afectado por la escasez de combustible ocasionada por el creciente control de las pandillas sobre la capital, alertaron este martes profesionales del sector.
«Nunca había visto algo así en diez años», dijo a la AFP Maarten Boute, director ejecutivo de la compañía telefónica Digicel, que cubre 75% del mercado haitiano.
«Hoy tenemos 430 antenas afectadas de las 1.500 en todo el país, lo que perjudica a varias centenas de miles de clientes», indicó.
Las pandillas que controlan buena parte de la capital, Puerto Príncipe, bloquean las rutas que conducen a las terminales petroleras, lo que complica -desde hace varios meses- el aprovisionamiento de combustible.
Esta situación lleva a la suspensión del servicio de telecomunicaciones móviles debido a que las antenas son alimentadas con electricidad proveniente de generadores térmicos.
«Ahora tenemos una pequeña reserva de combustible que nos permite, día a día, mantener el servicio hacia localidades de provincia y las más importantes de Puerto Príncipe», agregó Maarten Boute, quien precisó que la mayoría de los aprovisionamientos de combustible son realizados en moto.
Desde el lunes se produce una huelga general en la capital y varias provincias del país, convocada por los sindicatos de transporte.
Escuelas y comercios permanecían cerrados este martes en Puerto Príncipe, donde calles normalmente muy transitadas, estaban desiertas.
La escasez de combustible también es una amenaza para el funcionamiento algunas estructuras hospitalarias en el país.
Es «probable que se pierdan vidas» si los suministros de combustible no llegan a los hospitales de inmediato, advirtió el coordinador humanitario en funciones de la ONU en el país, Pierre Honnorat, en un comunicado publicado el domingo.
Por mucho tiempo localizadas en barrios pobres de la capital, las bandas armadas han tomado control en los últimos meses de cada vez más territorio a medida que se multiplican también los secuestros en el país.
Una de esas pandillas reclama 17 millones de dólares de rescate para liberar a un grupo de misioneros y miembros de sus familias -16 estadounidenses y un canadiense- secuestrados el 16 de octubre al este de Puerto Príncipe.