Recordemos con respeto y admiración al mayor general Ramiro Matos González, ERD, pasado ministro de Defensa, comandante general del Ejército, jefe de la Policía Nacional, entre otros cargos de gran relevancia.
Fue una de las figuras más destacadas de nuestra historia militar, un auténtico “centurión del siglo XX” y “General de Generales,” quien, entre 1959 y 1986, se convirtió en protagonista de momentos cruciales que involucraban las Fuerzas Armadas, dejando un legado inigualable.
El general Matos González era un experto en táctica y estrategia militar, superando a muchos en conocimiento, además de destacarse como un brillante escritor, escultor, pintor e historiador. Se le podría considerar un Leonardo da Vinci dominicano, capaz de crear desde vehículos de combate hasta el Papa móvil.
A lo largo de su vida, se mantuvo fiel a su filosofía de deontología militar, evitando siempre la política partidista y respetando su vocación de servicio. A pesar de su avanzada edad, su mente se mantuvo lúcida hasta el final, impartiendo clases y escribiendo hasta su último aliento. Incluso este año me hablaba de proyectos futuros en literatura e historia militar.
Tuve el honor de ser coautor con él del libro “Misión Naval a España 1954: Almirante Lajara Burgos, Vicisitudes y Consejo de Guerra”. Ahora su figura se eleva, emprendiendo su último viaje terrenal en la barca de Caronte, dejándonos el ejemplo de dignidad y la inspiración tan necesarios para el militar de hoy.
Su legado, más allá de las acciones que algunos políticos, como es usual, atribuyen a los militares, fue, es y seguirá siendo motivo de admiración. Su compromiso con el país y la cultura merece el mayor respeto.
Respetuosamente, ¡paz a su alma, gladiador de la vida!