Emerson Sorianoemersonsoriano@hotmail.com
Durante la reciente participación en el programa <>, que produce Bienvenido Rodríguez, a través de la emisora Z101, conducido por mi admirado Kalil Michel, mientras el economista Andy Dahuajre disertaba sobre el cuadro económico general que presenta la República Dominicana, y daba recetas para conjurar cada uno de los males detectados por su ilustre magisterio, me atreví a llamar y expresarle lo siguiente: <Su respuesta me dejó absorto. Dijo, mas o menos, que para nadie era un secreto el peso que tienen esas dos actividades ilícitas en sectores aportantes a nuestro PIB y que -siempre palabras más, palabras menos-, algo semejante ocurrió con el crecimiento de Miami, habiendo dicho a seguidas que, toda vez que se trataba de un mal tan arraigado, esa realidad no ofrecía alternativa para una solución tajante, sino que debía procurarse una vía de satisfacción progresiva de una meta tal. Pero, su respuesta no me dejó absorto por considerarla errónea, confusa o desacertada. En modo alguno. Me dejó absorto, por la obligada naturalidad con que se impone a uno de nuestros cerebros más privilegiados la aceptación decididamente sincera del statu quo imperante en la especie.
Su respuesta, tan escandalosa como noble, constituye la muestra más evidente de que andamos peor de lo que muchos imaginan, de que estamos en los brazos de un enemigo poderoso, con más poder que el Estado mismo, que ha sabido penetrar nuestra economía en su propio desempeño para, desde dentro, seguir confeccionándose, a su medida, el traje que gusta y aspira usar en la ceremonia de nuestra caída final. Pero también me generó esperanza. La esperanza de que alguien con su inteligencia y acervo se ha decidido a llamar las cosas por su nombre. Y ello es alentador, porque estamos ante un discurso de advertencia que, en boca suya, nos interroga sobre qué y cómo hacer para salirle al paso a la cuestión.