yaniris López
El ingeniero agrónomo José Manuel Mateo comparte con los lectores parte del trabajo que realiza la Comisión de Ciencias Naturales y Medio Ambiente de la Academia de Ciencias de República Dominicana, de la cual es miembro junto a otros 18 profesionales preparados en diferentes ámbitos de la ciencia.
Mateo, quien se ha desempeñado como director de Biodiversidad y director de Áreas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente, también aborda temas de interés como la necesidad de elaborar un pacto ambiental nacional, los retos de la conservación de los recursos naturales en el país y por qué considera que el desempeño del Ministerio de Medio Ambiente debe ser evaluado tras 26 años de creado.
LD: ¿Cuál es el rol de la Comisión?
José Manuel Mateo: La Academia de Ciencias es una institución de carácter científico, no gubernamental, apartidista, sin fines de lucro, integrada por académicos calificados dedicados a la ciencia y a la investigación científica.

Tiene como misión, por tanto, propiciar y fomentar el avance de la ciencia y la investigación, con miras a impulsar y promover un desarrollo social, económico y ambientalmente sostenible, que contribuya al bienestar de la nación, auspiciando la participación comunitaria.
Entre los objetivos estatutarios de la institución están velar por la protección, defensa y preservación de los recursos naturales, la biodiversidad, el medio ambiente y la conservación de los ecosistemas.
Los órganos de trabajo de la Academia son sus comisiones, de las que existen once (11).
Una de esas comisiones es la de Ciencias Naturales y Medio Ambiente. Es la más activa, la que más incide públicamente debido a su rol de primer orden en los trabajos de cuidado, protección, investigación, asesoría y acompañamiento a diversos sectores públicos y privados, sobre todo comunitarios, en actividades de defensa del patrimonio natural y cultural de la nación.

La Comisión, tomando en cuenta el mandato de los estatutos de la institución, ha definido hace ya mucho tiempo tres ejes básicos de actuación a escala nacional:
1) Cuidado y protección de la biodiversidad y los ecosistemas que lo sustentan.
2) Cuidado y protección de un recurso imprescindible para la vida, como lo es el agua, y, por tanto, a todos aquellos ecosistemas que lo generan.
3) La defensa al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap), dado que en éste se resguarda el patrimonio natural y cultural de la nación, así como un conjunto de servicios ambientales que son los que motorizan el desarrollo nacional y el bienestar de los ciudadanos.
Por tanto, el rol de la Comisión se puede definir bajo los siguientes parámetros:
A) Asesoría a organismos del Estado dominicano como el Poder Ejecutivo y al Congreso, también al Ministerio de Medio Ambiente y otras instancias que lo requieran.
B) Acompañamiento a actores diversos de la sociedad civil involucrados en luchas en búsqueda de solución a un problema ambiental. Sobre todo a comunitarios y organizaciones de base que necesitan de soporte técnico para defender o aupar una posición ambiental.
C) Formar parte de instancias del Estado como veedores, asesor y apoyo científico para descarte o aprobación de decisiones relevantes o precautorias.
“El Ministerio amerita una evaluación de su desempeño, para ajustar roles, deficiencias y mejorar los resultados que debe entregar a la sociedad”.

D) Generación de publicaciones de investigación, artículos y reportajes técnicos en revistas, incluyendo el órgano de difusión de la Comisión, que es la revista Verdor.
E) Realizar divulgación de trabajos científicos, emitir opiniones técnicas y preparación de informes técnicos a requerimiento o por iniciativa propia.
F) Alertar en medios de comunicación sobre determinadas situaciones ambientales, para que las instituciones correspondientes tomen los correctivos a tiempo, conforme a la ley y los criterios técnicos.
G) Organizar conferencias, charlas, talleres, simposios y otros medios de divulgación y socialización de temas ambientales, entre otros.

En ese contexto, resaltamos solo algunas actividades recientes realizadas por la Comisión:
1) Preparación, a modo de cooperación y apoyo técnico al Ministerio de Medio Ambiente, de los planes de manejo de las áreas protegidas Monumento Natural Laguna Mallén, Monumento Natural Dunas de Las Calderas y Refugio de Vida Silvestre Boca de Nigua.
2) Preparación de informe técnico sobre la pertinencia o no y las implicaciones ambientales de la construcción de una carretera en la cordillera Central, a solicitud de la Comisión de Ciencias Naturales del Senado.
3) Preparación de informe técnico describiendo el problema y soluciones ante la sequía y pérdida de agua en el Refugio de Vida Silvestre Laguna Cabral o Rincón, también a solicitud de la Comisión de Medio Ambiente del Senado de la República.
4) Involucramiento, en todo el proceso reciente e histórico, para erradicar la amenaza y presión que la extracción de agregados constituye para la Reserva Antropológica Cueva de Borbón o Pomier.
5) Numerosos informes y acompañamiento a la procuraduría de Medio Ambiente para enfrentar ilícitos ambientales en todo el país.
6) Publicaciones diversas en la revista Verdor, de carácter científico y técnica que sirven de consultas a numerosos profesionales, consultores, instituciones y profesionales.
Todo esto le ha granjeado, primero a la Academia como institución y a la Comisión como órgano interno, un reconocimiento social de primer orden, y no hay un lugar del país donde no haya llegado el apoyo científico de la Comisión para la solución de un problema ambiental, teniendo como norte el interés colectivo de la sociedad dominicana.
Más tarde en el tiempo, recordamos la incidencia de la Academia y su Comisión en los casos de la Cementera en Los Haitises y la designación de Loma Miranda como área protegida.
LD: La Comisión ha mencionado la necesidad de elaborar un pacto ambiental para contrarrestar la pérdida de biodiversidad. ¿Cuáles serían los principales elementos que contendría?
José Manuel Mateo: La respuesta a esta pregunta pasa por contextualizar la necesidad del pacto. En cada oportunidad en que se aborda la situación ambiental de nuestro país, ya sea en estudios o documentos, o por opiniones de expertos, en entrevistas, en reportajes periodísticos, en comentarios, en diferentes ámbitos, los elementos comunes que salen a relucir son, entre otros, los siguientes:
1) Pérdida agresiva de la biodiversidad.
2) Una baja efectividad en la gestión del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Fuertes presiones y amenazas que degradan y reducen su integridad ecológica y su consecuente disminución en los servicios ambientales que están supuestos a proveer a la sociedad.
3) Ausencia de un plan efectivo y sostenible del aprovechamiento de agregados.
4) Una degradación sistemática y continua de los espacios productores de agua. Es el caso de la cordillera Central, Madre de las Aguas, donde la presión de destrucción pasa por proyectos mineros, agricultura sin control, propuestas de instancias del Estado como la de una carretera, en franca violación a leyes, y la consecuente destrucción de fuentes acuíferas importantes.
5) El ministerio de Medio Ambiente fue creado con la intención de congregar en una sola instancia todas las instituciones dispersas del sector, para eficientizar la política pública, maximizar los recursos económicos y humanos, gestionar con eficiencia el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, entre otros temas. La pregunta es: al cabo de 26 años de creado, ¿se han alcanzado esos y otros objetivos?, ¿ha cumplido la institución su rol y mandato legal?, ¿cuál ha sido su impacto en la gestión de los recursos naturales? ¿Está mejor gerenciado el Sinap hoy? Todo lo anterior nos indica que el ministerio amerita una evaluación de su desempeño, para ajustar roles, deficiencias y mejorar los resultados que debe entregar a la sociedad.
6) La realidad, es que, con cada nueva administración, el ministerio parece empezar de cero, no hay continuidad de nada, la planificación de corto, mediano y largo alcance está totalmente ausente, y eso dificulta alcanzar metas específicas, y, por tanto, lograr cambios relevantes con indicadores positivos.
7) El presupuesto de la institución no se ejecuta conforme lo planificado, cada área temática prepara su presupuesto para atender sus temas medulares, pero, su ejecución, se desarrolla conforme las prioridades de las autoridades de turno, provocando desencanto en técnicos, departamentos y direcciones, ya que cada año preparan su presupuesto con sus prioridades, pero sus solicitudes son devueltas con cualquier explicación sin fundamento, dejando año tras año sin atender prioridades, lo que agudiza los problemas en la gestión de los recursos naturales. Esto último afecta de manera preponderante al Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
En fin, este cúmulo de situaciones nos mantiene en una maraña, en un círculo vicioso, atrapado, que no nos permite dar pasos de avance; por el contrario, estamos en un retroceso continuo.
En virtud de todo lo anterior, está muy claro que necesitamos repensar la gestión de los recursos naturales del país, y, por tanto, es el momento de hacer un pacto ambiental que involucre el compromiso de todos los actores públicos, privados y comunitarios con una agenda mínima de 10 o 12 puntos o más, neurálgicos, que deberán ser implementados en un periodo determinado, sin importar quién gobierna y quién está al frente de la institución, de manera que todos empujemos en la misma dirección.
Esto debe incluir una discusión seria de si el Sistema Nacional de Áreas Protegidas debe seguir dentro del ministerio, o constituir una instancia con independencia técnica y presupuestaria que se dedique con prioridad a atender el Sinap, fuera de una institución donde su gestión no está en primer plano.
Los temas de agenda deberán escogerse de consenso por los participantes en el pacto, así como el alcance y los detalles de su implementación. Lo que es un hecho es que como vamos no podemos seguir. En todo caso, en buena medida hemos planteado ya algunos de esos tópicos que pudieran ser incorporados en ese pacto ambiental.