En los últimos tiempos he visto tantos atropellos, tanta injusticia, pero sobre todo, tanta violencia y ambición de poder que, no me ha quedado otra opción que salir corriendo hacia una ciudad fabulosa donde para encajar no hay que recurrir a cuántas cosas malas se te ocurran para “logar sonido”. Allí noté que esa vida bonita que todos merecemos vivir se puede lograr con pequeñas cosas, con sencillez, con amor propio y hacia el prójimo, pero más que todo, teniendo a Dios en el corazón.
La vanidad es un veneno
En esta ciudad fabulosa tienen claro que la dignidad no debe comprometerse. De esa misma manera saben que la vanidad es un veneno que va matando lentamente a quienes hacen uso de ella, y por nada del mundo se atreven a probarlo. En este lugar, para encajar en la sociedad, el único esfuerzo que hay que hacer es apegarse a los principios y valores que se imponen en esta comunidad. Nadie es mejor que el otro. Las oportunidades son iguales para todos. La formación desde el hogar define la personalidad y con esto se consigue que las personas se amen como son y acepten la voluntad del Señor.
Los conocimientos sí encajan
Esos esfuerzos para encajar y lograr sonido que van desde querer vestir con ropa de marca hasta convertirse en “influencer” para obtener “fama” y ser aceptado, no son atractivos en esta ciudad fabulosa. Aquí lo que cuenta es superarse, si en algo compiten es con conocimientos. Claro, primero tratan de ser competentes. En este lugar hay que demostrar cuán capacitado está cada quien. Esos lujos externos no cuentan ni son relevantes para ganar un espacio en la sociedad. La ambición de poder tampoco aplica. Para alcanzar el éxito el único requisito con el que se debe cumplir es con estar dispuesto a entregarse y comprometerse con lo que se quiere lograr. No hay que imitar a nadie, cada quien trabaja por lo que quiere y, en base a ello, obtienen su espacio en una sociedad que acepta a las personas como son y sin etiquetas.
Un regreso forzoso
Me negaba a volver a esta realidad tan cruda en la que al parecer, se quiere construir un solo molde: mujeres con el mismo cuerpo, cabello y misma dentadura; todos usando lo mismo y queriendo ser ‘influencers’, sin darse cuenta de que al parecer son otros los que están influyendo sobre ellos, pero no siempre de la mejor manera. Es tiempo de que quienes buscan pertenecer a un círculo que no necesariamente es bueno, recapaciten y se amen un poco más, se acepten y entiendan que, a veces, para lograr esa meta errónea, tienen que llegar a hacer daño o a hacérserlo a sí mismos. Tratemos de encajar en el grupo de los que lo hacen bien, de los que se superan y de los que siguen los designios de Dios.