La mala comunicación es un obstáculo común en las interacciones humanas. Si hablamos al mismo tiempo que nuestro interlocutor, como sucede a menudo, jamás podrá haber algún entendimiento.
Las conversaciones se convierten en monólogos simultáneos. Este comportamiento impide el entendimiento mutuo y frustra la posibilidad de alcanzar un consenso. Educar nuestra capacidad de escucha es indispensable para fomentar la empatía, que es la habilidad de comprender las emociones y perspectivas del otro; esta cualidad es esencial para fortalecer cualquier vínculo.
Cada uno desea ser escuchado y por lo menos respetado, aun si no puede ser comprendido. El desarrollo de la escucha implica prestar total atención al interlocutor y responder de manera reflexiva.
En muchas ocasiones, las discusiones se originan por diferencias en la percepción de la realidad de cada uno, influenciadas por la educación, intereses disímiles y las experiencias de vida de cada individuo.
Al reconocer que estas diferencias existen, podemos ser más pacientes y considerados. A veces, es mejor permanecer en silencio y esperar el momento donde haya menos tensión. El momento en que los egos forcejean o por imponer criterios nos llevan a discusiones inútiles.
Al fortalecer la comunicación con empatía y comprensión, podemos construir puentes de entendimiento y cada uno puede negociar por una situación conciliatoria.