El pasado martes todos los periódicos impresos de la capital llegaron a los lectores cubiertos con una carpa publicitaria del gobierno, que además de que impidió ver los titulares de los editores, lanzó un mensaje espectacular: ¡Los índices reflejan que vamos bien!
Esa acción, que no es una idea original del gobierno de Luis Abinader porque viene desde las administraciones peledeístas a las que tanto criticaron por dispendiosa y persiguieron por corrupta, me recordó un cuento de camino que se repetía con frecuencia en las lomas de Ocoa cuando yo las transitaba junto a mi padre en los primeros seis años de edad.
La gente decía con mucha gracia: ¡Estamos engañando a la virgen! Y se referían a que cuando una persona estaba mal de salud, ‘arrancada’, sin comida y sin trabajo, se ponía la camisa blanca planchada con almidón, se dibujaba una sonrisa y contestaba el saludo con alegría, para ocultar su desgracia.
En el caso de la vivienda, aunque adentro fuera de piso de tierra, el techo de cana por donde filtraba la lluvia, las camas colombinas estuvieran desvencijadas o se estuviese durmiendo en una barbacoa construida con troncos de guama y tablas de manaclas que soportaban hojas de plátano como colchón, se buscaba cal y almagre para ‘blanquear el bohío’ para que cuando la virgen pasara, creyera que, como estaba por fuera, estaba por dentro. Casi dos mil años antes, Jesús había denunciado el engaño con palabras tan llanas e iluminantes, que al repetirlas aquí, merecen una inclinación reverencial y un respeto a todos los creyentes en su divinidad y en su rebeldía frente a la injusticia.
Dijo Jesús: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también ustedes por fuera, a la verdad, se muestran justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad. Mateo 23:27-28
Debajo de la falsa portada: la verdad
Meterle por hocico y nariz a la gente que en este país estamos bien en la falsa portada de los periódicos pagada con los impuestos de los empleados de zonas francas, turismo y el Itbis que pagan las amas de casa con las remesas que envían sus hijos que se fueron de forma ilegal huyendo de la falta de oportunidad, es, ni más ni menos, “hipocresía e iniquidad”, como dijo Jesucristo.
Al abrir los periódicos y ver más allá de la falsa portada, la gente encontraba las noticias de la realidad: plátanos a más de 30 pesos la unidad, huevos a 10 pesos, gasolina a casi 300 pesos galón con el petróleo a 72 dólares barril, no a 121 dólares como en octubre; cemento a 485 pesos el quintal, las medicinas por las nubes…
Vamos bien, dice quien gozoso de su condición se burla de la doña septuagenaria que va a la clínica y descubre que después de 18 años trabajando como conserje en el Ministerio de Educación en una escuela de Santiago, fue cancelada mientras estaba convaleciente por una cirugía, quedándose sin sueldo, sin seguro médico y reclamando sus prestaciones laborales para comprar medicinas y comer.
Vamos bien, dice el gobierno a los pensionados de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, a quienes les prometieron mejorar sus ingresos y los pobres siguen sobreviviendo con miserias.
Vamos bien, dice el gobierno mientras la inseguridad ciudadana campea por avenidas, calles y caminos, con asaltos y asesinatos diarios y la única respuesta que tiene la autoridad es decir, precisamente, que estamos bien.
Vamos bien, dice el gobierno, pero Daniel Antonio Rodríguez Céspedes, un empresario de 41 años, fue asesinado el martes 13 de diciembre pasado por tropas de la Policía acompañadas del fiscal Juan Elías Pérez durante un asalto-allanamiento a su residencia en Gurabo, pero al día de hoy, el Ministerio Público Independiente de Miriam Germán, Yeni Berenice Reinoso y Wilson Camacho, no han dicho ‘esta boca es mía’.
El mensaje es claro: La Policía y un fiscal pueden asesinar a un empresario que duerme en la madrugada en su residencia a la que van a ‘allanar’ y un mes después no hay un solo detenido ni mucho menos sometido.
En cambio, el muchacho vicioso que arrebató una cartera en la calle, que fue capturado por los vecinos y entregado a la Policía, ya el ministerio público independiente “obtuvo tres meses de prisión preventiva como medida de coerción”.
Por igual, el delincuente peligroso que la Policía no se atreve a tratar de arrestar, lo ubica, lo cerca y lo mata en un ‘intercambio de disparos’, que en la mayoría de los casos son maleantes que han traicionado a oficiales y “han caído para no levantarse jamás”.
Y ahí sale el Banco Central
Aunque el Banco Central se presenta como un organismo técnico –designado por el gobierno-, también aporta su cuota de optimismo desmedido al afirmar que el país va muy bien, porque según sus publicaciones, lograron bajar la inflación.
Los ingenuos se pueden comer ese cuento, pero ¿alguien puede decir un solo artículo de primera necesidad o servicio que haya bajado de precio para contener la inflación?
¿Bajaron los combustibles, el arroz, las habichuelas, las pastas, el pan, el salami, el huevo, la carne, el transporte, la factura de electricidad, telefónica, agua y alcantarillado, los impuestos, las medicinas, el plátano, el guineo, la yuca, la papa, el arenque, el queso, la leche el ron o las cervezas?
Si nada de eso ha bajado, ¿cómo es que disminuye la inflación? Este debe ser el único país del planeta donde la inflación baja y los productos suben de precio.
Vamos bien, dice el gobierno, pero tiene que destinar 224,000 millones de pesos este año para pagar los intereses de la deuda y el rancho del endeudamiento sigue ardiendo a un ritmo tan acelerado que en tres años se acerca a los 15,000 millones de dólares.
¡Cinco mil millones de dólares en promedio anual y no hay una sola obra que mostrar!
Y la economía crece sobre la base del Turismo, Zonas Francas y Remesas que no pagan impuestos directos al gobierno y por tanto no engrosan las recaudaciones para atender las necesidades y reclamos de los barrios y ciudades.
¿Y la reforma policial?
Estamos bien, pero en el Presupuesto General del Estado de este año no se destina dinero para inversión de capital en la Policía Nacional, y la asignación de fondos se limita a sueldos.
¿Cómo se hará la reforma de la Policía sin asignarle dinero para infraestructura, equipos y capacitación?
El desbordamiento de la delincuencia callejera –la delincuencia de alta gama sigue intocable en los hechos- no hay forma de contenerla sin recursos y sin capacitación para la Policía.
La bachata del gobierno es que todo está muy bien. Ellos no son tontos para creer ese mambo, mucho menos la gente que siente los retortijones en el estómago y al cobrador tocando a la puerta.