El ejemplar comportamiento de un millón de convocados a ejercitar su derecho partidario en el marco de una consulta democrática limpia y amplia base, demostró el domingo pasado, hasta qué punto, los referentes éticos, sociales y políticos de un mandatario, son evaluados y justipreciados como pertinentes objetivos de consolidación, que perfilan nuevas victoria electorales.
Regulados por la Junta Central Electoral de manera diáfana y pública, un millón de dominicanos y dominicanas sin ejercicio de perfidia, de cara a las instituciones y al país, ratificaron el domingo pasado su indeclinable voluntad política de apoyo al Gobierno del presidente Luis Abinader. Un ejercicio de Poder de Estado, limpio en términos de administración pública, caracterizado por el respeto a la Constitución y el adecentamiento del Estado. Desde las ocho de la mañana hasta la cuatro de la tarde cientos de miles de hombres y mujeres marcharon a votar, escogiendo responsabilidades ciudadanas e históricas como normativas básicas de sustentación de apoyo al presidente Abinader, ratificando su escogencia como candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno en las próximas elecciones que se efectuaran año entrante.
La unidad ha quedado sellada por la firmeza y vocación democrática que hacen posible preservar las conquistas alcanzadas, el adecentamiento del Estado, el cese y ruptura de la corrupción del “Estado delincuente” cuya administración pasada es lábaro ominoso de la capitulación ética de una parte de una generación que juró adecentar el Estado y se pervirtió en el ejercicio de sus mandatos de Poder político. La templanza de un presidente como Luis Abinader, su carácter, su capacidad de trabajo, su sensibilidad social ha forjado una praxis y una conducta honorable propias de los interregnos más dignos y ejemplares de nuestras épocas republicanas.
Se trata de abordar el proceso histórico con un sentido de desarrollo integral, con perspectivas prácticas de salto dialectico hacia estadio superiores de conciencia. A la imagen heredada del Estado corruptor oponemos el Estado funcional y transparente, la fortaleza institucional y el respeto debido a las normas y principios de administración pública. La defensa de la Patria es cónsona con principios irrenunciables de respeto a la institucionalidad, del cese de negocios impúdicos y perversos, y de propiciar un camino real de mentalidad, la transparencia de una justicia que llegó a su peldaño más bajo de complicidad con el dolo y el timo de Estado.
Claro que una parte adocenada del viejo Estado logró minar la confianza ciudadana, creando una cultura alternativa de complicidades, pero el antídoto moral de la presente administración de Estado ha sido un valladar a sus despropósitos siniestros y a sus complicidades siniestras. Cuatro años más para Luis Abinader fortalecen el cumplimiento efectivo de una tarea de gigantes emprendida por su administración.
Hoy evocando a Martí, decimos que es la hora de alistarse en el esfuerzo mancomunado de liberar a la Patria de todas las rémoras del pasado, de forjar una nación de hombres y mujeres libres. Luis Abinader ha trazado las pautas que nos guían en esta coyuntura por caminos de gloria y honor. Apoyemos el esfuerzo nacional de liberar a la Patria de sus miserias ancestrales. No seamos mezquinos ante este nuevo reto de la historia y el destino.