Encontrarse a una misma es descubrir un universo íntimo lleno de verdades, anhelos y fortalezas que a menudo pasan desapercibidos en el ajetreo cotidiano. Es detenerse a escuchar esa voz interna que susurra lo que de verdad deseamos, lo que nos mueve y lo que necesitamos soltar. En ese encuentro reside un poder transformador: la capacidad de reconocerse valiosa sin depender de la aprobación ajena, de afirmar límites sanos y de elegir caminos que hagan resonar nuestra autenticidad.
Cuando nos abrimos al proceso de autodescubrimiento, aprendemos a contemplar nuestras sombras con compasión y a celebrar nuestras virtudes con humildad. Surge entonces una confianza profunda: ya no tememos al cambio porque entendemos que cada paso, incluso el más incierto, nos acerca a la versión más plena de nosotras mismas. Ese poder interior nos impulsa a tomar decisiones alineadas con nuestro propósito y a dibujar un horizonte donde el bienestar propio es tan prioritario como el de quienes nos rodean.
Encontrarse consigo misma no es un logro puntual, sino un viaje continuo de escucha, de ajuste y de renovación. Implica abrazar la curiosidad ante cada experiencia y mantener viva la disposición al aprendizaje. Quien se conoce y se respeta, libera la energía necesaria para vivir con pasión, para amar sin miedo y para construir, día a día, la vida que nace del centro de su propio ser.
Por: Yameirys Acevedo