El nuevo brote de cólera en Haití, confirmado oficialmente por el Ministerio de Salud Pública y Población el pasado 15 de octubre, no es sólo una crisis de salud pública, sino el ingrediente final que termina de “hundir” la posibilidad de celebrar las elecciones pautadas para el venidero 15 de noviembre.
Al ya paralizante problema de la inseguridad generalizada y la violencia de las bandas armadas se suma ahora una emergencia sanitaria que hace imposible el proceso comicial.

La inseguridad crónica en Haití, con hospitales asaltados, la capital paralizada y el sistema de salud «en ruinas», ya había puesto un signo de interrogación gigantesco sobre la capacidad de organizar comicios libres y justos. Ahora, el brote de cólera convierte este signo en una contundente negación.
La enfermedad, extremadamente grave y potencialmente mortal si no se trata a tiempo, ha resurgido en el área metropolitana de Puerto Príncipe, específicamente en zonas densamente pobladas como Delmas, Cité-Soleil y Pétion-Ville, declaradas ya en «alerta roja».
¿Cuál es el riesgo?
Reunir a grandes grupos de personas en centros de votación sería una catástrofe epidemiológica, porque los centros se convertirían en focos de propagación masiva, especialmente en un contexto donde el acceso a agua tratada y el saneamiento es deficiente.
En lugar de movilizar recursos humanos y logísticos para la organización electoral (como registro, distribución de material y seguridad), el ya escaso músculo estatal debe concentrarse exclusivamente en frenar la epidemia.
Las intervenciones para desinfección de espacios públicos, la purificación del agua en casa y las campañas de concienciación deben ser la prioridad absoluta del MSPP y la DINEPA, (las dos instituciones gubernamentales clave de la salud pública y la gestión del agua y el saneamiento), desplazando así cualquier agenda política.
El resurgimiento del cólera ocurre con el sistema de salud en una situación crítica, con los principales hospitales de la capital, incluido el Hospital Universitario Estatal de Haití (HUEH), encargado de atender a los más vulnerables, asaltados por bandidos armados.
Con un sistema de salud en ruinas no se puede gestionar una epidemia y, al mismo tiempo, inspirar la confianza necesaria para que la población salga a votar.
Insistir en buscar la participación popular en unos comicios automáticamente hundidos en el mar de la crisis de Haití constituye un vulgar engaño.
Quien no suponga que los haitianos priorizarían su supervivencia y la atención médica sobre el ejercicio cívico estaría enfocándose en cualquier cosa, menos en la vida de millones de sus ciudadanos.
El cólera prospera en condiciones de pobreza, falta de higiene y colapso institucional, factores que la inseguridad ya había llevado a un punto máximo. Las bandas armadas pueden explotar esta crisis de salud, dificultando la ayuda humanitaria y la respuesta sanitaria.
En este contexto, la celebración de elecciones sería un acto de profunda irresponsabilidad, condenado al fracaso por la baja participación, la violencia potencial y, sobre todo, por el riesgo inaceptable de una propagación a gran escala de la enfermedad.
La única decisión viable para el Consejo Presidencial de Transición es hacer el anuncio definitivo de la suspensión de los comicios, enfocando todos los recursos nacionales e internacionales en la contención de la doble crisis: la de seguridad y la de cólera.
Alerta agregada para RD
El resurgimiento del cólera en Haití representa una amenaza directa y significativa para la República Dominicana, especialmente por la continua migración irregular que ocurre a través de la frontera compartida.
El país debe activar una alerta sanitaria máxima e intensificar las medidas de vigilancia epidemiológica y prevención:
La migración irregular constante facilita la movilización de personas desde las áreas de «alerta roja» en Haití, como Delmas y Pétion-Ville, hacia territorio dominicano.
Un caso importado tiene el potencial de generar un brote secundario, especialmente en comunidades fronterizas y barrios con deficiencias en el acceso a agua potable y saneamiento básico.
Si bien República Dominicana ha tomado medidas de reforzamiento fronterizo para controlar la migración irregular, la crisis del cólera añade una capa de complejidad.
Las autoridades deben equilibrar la seguridad nacional y sanitaria con la gestión humana de casos sospechosos en la frontera, asegurando la identificación y el aislamiento sin poner en riesgo la salud del personal de control.
Refuerzo interno
De este lado, el Ministerio de Salud Pública debe asegurar la disponibilidad de insumos esenciales en hospitales y centros de atención primaria, especialmente en las provincias fronterizas, y reforzar las campañas de educación sanitaria sobre la importancia del lavado de manos y el consumo de agua tratada.
La inestabilidad y el colapso sanitario en Haití, empeorados por el cólera, solo aumentarán los flujos migratorios irregulares de personas buscando refugio y atención médica, poniendo una presión adicional crítica sobre el sistema de salud y la seguridad pública dominicana.
Hay que prestar máxima atención a lo que pasa en Haití y «pegar» los ojos 24 horas, día tras día, a lo largo de todo el cordón de nuestra frontera.