Por Wanda Espinal
El otro día, me dolió la cultura.
Después de ver lo que tristemente vi, me pregunté ¿Qué es la cultura? A sabiendas de que es un concepto amplio y complejo que abarca muchos aspectos de la vida humana como valores, tradiciones y conocimientos que nos identifican como pueblo.
Para mí, hablar y practicar la cultura se enmarca en el respeto a las tradiciones, en darle valor a las artes, la historia, religión, y hasta el propio lenguaje.
Muchos de los que leerán conocen o han escuchado hablar del Club Ensueño Dajabonero. Este club, desde su apertura tenía como objetivo ofrecer un espacio idóneo para actividades educativas y culturales. Estaba en proyecto una gran biblioteca, y un espacio para capacitaciones y reuniones. Este espacio ha sido testigo de muchos eventos que han enaltecido a la provincia, y me atrevería decir que a la región: conferencias, graduaciones, presentaciones de proyectos…
Pero ¡qué dolor! Cuando un domingo de octubre iba caminando frente al club y me encontré con una atmósfera de jolgorio que poco se ajustaba a la solemnidad del lugar, no pude evitar sentir una profunda tristeza. Vehículos exponiendo sus equipos de sonido, personas sentadas como si se tratase de un colmadón cualquiera, música popular (muy popular), bebida por doquier.
Entiendo que la cultura es diversa y que todas las expresiones artísticas tienen su valor. No obstante, creo que es fundamental preservar espacios como el Club Ensueño Dajabonero, donde posamos cultivar nuestro intelecto y fortalecer nuestros lazos comunitarios. Me preocupa que, al perder de vista el propósito original de este lugar, estemos renunciando a una parte importante de nuestra identidad cultural.
¿Qué podemos hacer para que sigamos viendo al Club como un espacio donde todavía se puede estar?