Un sistema de pensiones gestiona cómo un país otorga recursos financieros a ciudadanos, al final de su “vida productiva laboral.” El primer programa de pensiones del que se tiene memoria histórica, fue fruto del Emperador romano Octavio Augusto, quien a través de las Aerarium Militare, estableció compensaciones pecuniarias o de tierras para aquellos que sirvieren en el ejército por más de 25 años. En nuestro país, el sistema actual nació el 9 de mayo de 2001, cuando se creó el Sistema Dominicano de Seguridad Social. Sin embargo, desde 1948 existían 4 regímenes previsionales de reparto.
El sistema actual se basa en capitalización individual, y depende exclusivamente del mercado financiero local (aunque una proporción es en moneda extranjera). Con menos de diez AFPs registradas, se manejan fondos cerca del 14% del PIB (en el 2001 solo representaba el 1% del PIB), con una concentración de cerca del 80% de los fondos en gestión de 4 de ellas. De igual manera, la herencia de los fondos, y la contrapartida de las empresas aportantes, son indicadores que sirven para generar sostenibilidad al sistema. Aunque estas informaciones reflejan un sistema que genera sostenibilidad, de igual manera presenta riesgos sobre los cuáles debemos reflexionar.
De acuerdo a la OCDE, para el 2021 aproximadamente 45% de los hogares tenían ingresos informales (fuera del sistema de seguridad social), y la informalidad asciende, según la OIT, al 54% de la población con capacidad laboral. Por lo anterior, el principal reto del sistema de seguridad social no es el de disminuir las comisiones de las AFP (objetivo que se debe lograr), sino también el de desarrollar vías para ofrecer seguridad a los trabajadores informales. Haciendo benchmarking con otros países con condiciones laborales similares, Colombia estableció un sistema de ahorro voluntario con bonos del Estado. Esto sirve para garantizar una cotización continua, y asegurar una pensión mínima acumulada. Bolivia, como segundo ejemplo, genera una pensión básica universal, pero en este caso, los fondos provienen de ingresos por recursos naturales (petróleo). Y la disyuntiva con este tipo de subsidios radica en que el Estado debe identificar nuevas fuentes de ingresos (o sea, más impuestos). De igual manera, la falta de educación financiera sobre las pensiones y nuestro sistema de seguridad social es un desafío tan importante como los dos ya mencionados. ¿Cuáles serían las soluciones ideales a nuestro contexto?
Existe suficiente evidencia que nos permite concluir que un buen sistema de seguridad social tiene una directa correlación con la disminución de la pobreza y el fortalecimiento de su sistema de pensiones. De hecho, también existe una alta correlación entre un PIB per cápita bajo (x<$3,000 USD) y un sistema de pensiones (o seguridad social) deficiente. Un estudio realizado en 2023 por Thinking Ahead Institute concluye que los países con mayores infraestructuras impositivas e institucionalidad favorecen el crecimiento y sostenibilidad de los fondos de pensiones.
Para arribar a conclusiones acertadas, y diseñar nuevas estrategias que continúen optimizando nuestro sistema de pensiones, como fruto de los trabajos mancomunados de la academia y el Estado, desde la SIPEN, conjunto la UNAPEC, se ha diseñado una Especialidad en Planes y Fondos de Pensiones, gestionada por la Escuela de Administración. Este programa académico formal sirve como escenario para el diálogo, el conocimiento y la búsqueda de soluciones óptimas, descubrir las oportunidades de mejora y, desde la academia, ser un centro para el llamado al cambio constante, no solo para los pensionados, sino también para los otros contribuyentes, el Estado y las empresas. Porque no hay cosa más cierta, como reza el refrán, “guardar pan para mayo, y harina para abril.” Significa qué, desde el Estado, y con apoyo de instituciones educativas, podemos continuar trabajando juntos para continuar ofreciendo sostenibilidad que permita crear valor para todos los grupos vulnerables que han finalizado una vida productiva laboral, y enfocarse en otros proyectos personales, familiares y sociales.