Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez (Hijos de Bacho)
Cuando el 3 de septiembre de 1965, Caamaño le entregó el poder al pueblo, después de defender la dignidad nacional contra el ejército más poderoso del mundo, se cerraba el episodio más sobresaliente que unos miembros de las Fuerzas Armadas dominicanas que protagonizaran jamás en su historia. Había sido la batalla de David contra Goliat, cuando un puñado de militares constitucionalistas, motivados por principios, y junto a un pueblo, pudieron primero vencer a los golpistas de 1963, con palos, espejos, piedras y mucho decoro; y luego, plantar una heroica resistencia contra el invasor extranjero.
La conmemoración del gobierno dominicano por los sesenta años de aquella gesta patria ha pasado sin pena ni gloria. Y la actualidad parece explicarlo: a juzgar por los últimos acontecimientos, el gobierno dominicano coopera activamente con la política imperial de Estados Unidos en la región. Las recientes visitas al país de jerarcas de la Casa Blanca y del Pentágono evidencian la sumisión infeliz del gobierno dominicano a la política de portaaviones que navega hoy en el Caribe. Grande es el contraste con Caamaño y su estatura histórica.