Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez (Hijos de Bacho)
Si algo ha quedado claro en las cancillerías del continente, es que la decisión del gobierno dominicano de excluir a tres países de la próxima Cumbre de las Américas ha sido una imposición de los Estados Unidos.
Pareciera increíble que un Estado que ha movilizado a todo un ejército para perseguir inmigrantes y deportar a mujeres embarazadas y niños sin tutores, en nombre de un supuesto nacionalismo, se arrodille de manera tan humillante ante una potencia extranjera. Cabe la posibilidad de que la sumisión sea tan innoble que la decisión haya sido, incluso, una iniciativa de la propia cancillería dominicana, que hoy parece ser subalterna del Departamento de Estado.
No es verdad tampoco que el país busque hablar en esa cumbre de desarrollo, derechos humanos y democracia. La cómplice actitud del gobierno dominicano con el genocida sionista en Gaza desmiente por completo la moralidad anunciada.
Queda saber si la política exterior del país sigue defendiendo la dignidad nacional o, más bien, la dirige Marco Rubio. Triste pensar en la actualidad y compararla con los ejemplos de Caamaño, Jottin Cury y Hugo Tolentino, estadistas de decoro.