El amor a distancia no es solo una historia de kilómetros. es una historia de dos almas que decidieron encontrarse a pesar de ellos. Es una paradoja hermosa: sentir a alguien tan dentro del corazón, cuando está tan lejos del cuerpo.
Es mirar el cielo y pensar que, en algún rincón del mundo, bajo ese mismo cielo, también piensan en ti. Es hablar por horas sin tocarse, y aun así sentir que ese amor sostiene, abriga, acompaña. Porque hay ausencias que duelen, sí, pero también hay presencias que no necesitan cuerpos para ser reales.
Amar a distancia es construir un puente invisible hecho de confianza, de palabras que acarician, de silencios compartidos. Es aprender a amar con los ojos cerrados, con el alma abierta. Es descubrir que el amor verdadero no solo habita en lo físico, sino en la intención, en la espera, en la fidelidad del pensamiento.
Es una prueba que despoja al amor de lo superficial. Y en esa desnudez, uno ve lo esencial: que amar no es poseer, sino acompañar, aunque sea desde lejos. que el amor no se mide por la frecuencia de los abrazos, sino por la profundidad de lo que se siente cuando no los hay.
El amor a distancia no es para cualquiera. Es para los que no le temen al tiempo, para los que creen en lo invisible, para los que saben que cuando dos corazones laten en la misma frecuencia, ningún mapa puede separarlos.
Por: Yameirys Acevedo