Por: Ana Vargas.
Hay presencias que no pasan desapercibidas, no por lo que dices, sino por la armonía con la que camina. Hoy quiero resaltar la bella iniciativa que ha florecido en el corazón de quienes, al ver a esa señora, han encontrado una fuente de motivación genuina.
Ella, con su porte sereno y su elegancia sin excesos, ha sabido asistir a cada actividad con una dignidad que inspira. No necesita mostrar más de lo que debe para brillar; su luz proviene de adentro, de su seguridad, de su forma de ser mujer con respeto, estilo y carácter.
Ha sido, sin proponérselo, un punto de referencia para muchas. Porque nos ha recordado que ser mujer no está en lo que se enseña, sino en lo que se transmite. Que la elegancia verdadera nace del alma y se refleja en cada gesto, en cada palabra, en cada elección.
A ustedes, mis seres queridos, les comparto esta reflexión con el corazón: que no dejemos de mirar alrededor y aprender de esas mujeres que caminan firmes, bellas y seguras, porque ellas son testimonio de que la inspiración también se viste de sencillez.